Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
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Taka/Scar
Zira_Gwen
Simba Hakuna Matata
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Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Recuerdo del primer mensaje :
Este es un fic que empecé a escribir en otro foro, cuenta todas las aventuras de Mufasa tras su muerte en la estampida. ¡Espero que os guste!
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"Allá voy, reunirme con mis antepasados" pensó. Lo último que vio mientras ascendía fue a Scar engañando a Simba para que huyera y mandando hienas tras él. Muy apenado, pensó que era muy probable que su hijo se reuniera con él muy pronto. Sus preocupados pensamientos se vieron cortados de golpe por un brillante resplandor que lo obligó a cerrar los ojos. En ese momento oyó una voz que le resultó familiar:
-¿Mufasa? ¿Eres tú?
Se giró de golpe. En medio de la nada blanca en la que se movía había aparecido un león que él conocía bien.
-Padre... Sí, soy yo, Mufasa.
Ahadi lo miró ladeando la cabeza.
-¿Por qué estás aquí?- preguntó-. Aún no era tu hora.
Mufasa bajó la cabeza, pensando en que su padre se iba a apenar tanto como él al enterarse de la traición de Taka... Taka. Ya había olvidado que ese era su nombre verdadero. Alzó la mirada y vio que Ahadi lo observaba con una mirada interrogante. Mufasa suspiró y comenzó a hablar. Mientras narraba fueron apareciendo más y más leones. El recién llegado conocía a algunos, como a su madre Uru o a su abuelo Mohatu, pero el resto le resultaban completamente desconocidos. Cuando acabó de narrar, practicamente todos los reyes estaban allí. Muchos rugieron con desaprobación al enterarse de la conducta de Scar. Ahadi miraba a Mufasa con tristeza, sobre todo al enterarse de que Simba corría un grave peligro. Uru se acercó a su hijo y lo lamió en la oreja, tal y como a él le gustaba, y Mufasa se sintió un poco más feliz.
-Sé que estás muy preocupado por tu hijo, pero ¿por qué no te vienes y dejas que tu padre y yo te enseñemos este lugar?
-Tu madre tiene razón, si no lo conoces este sitio puede ser peligroso. Cambia constantemente y puedes acabar volviendote loco.
Mufasa se quedó pensativo unos instantes. Aunque se alegraba de volver a ver a sus padres, no quería estar allí. Quería volver para ayudar a Simba. Quería volver para ver a Scar y... No, matarlo no. Eso sería rebajarse a su nivel. Simplemente le haría comprender hasta qué punto había llegado su ambición. Quería volver. Pero finalmente la cordura se impuso. No podía volver.
-Está bien. Supongo que no tengo nada mejor que hacer.
Y así, acompañado de sus padres, se sumergió en el Reino de los Espíritus.
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Bueno, este es el primer capítulo, espero que os haya gustado
Este es un fic que empecé a escribir en otro foro, cuenta todas las aventuras de Mufasa tras su muerte en la estampida. ¡Espero que os guste!
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Capitulo I
Mientras Mufasa se precipitaba hacia la mortal estampida, le cruzaron millones de pensamientos por la cabeza. Pensó en Scar. Su propio hermano lo había traicionado. Pensó en Simba. ¿Qué iba a ser de él? ¿Lo mataría Scar? Su hijo... Apenas tuvo tiempo de pensar en nada más. Sintió que se le escapaba la vida mientras era pisoteado por los ñus. Luego, de repente, dejó de sentir. Su espíritu salió de su cuerpo inerte y comenzó a subir al cielo."Allá voy, reunirme con mis antepasados" pensó. Lo último que vio mientras ascendía fue a Scar engañando a Simba para que huyera y mandando hienas tras él. Muy apenado, pensó que era muy probable que su hijo se reuniera con él muy pronto. Sus preocupados pensamientos se vieron cortados de golpe por un brillante resplandor que lo obligó a cerrar los ojos. En ese momento oyó una voz que le resultó familiar:
-¿Mufasa? ¿Eres tú?
Se giró de golpe. En medio de la nada blanca en la que se movía había aparecido un león que él conocía bien.
-Padre... Sí, soy yo, Mufasa.
Ahadi lo miró ladeando la cabeza.
-¿Por qué estás aquí?- preguntó-. Aún no era tu hora.
Mufasa bajó la cabeza, pensando en que su padre se iba a apenar tanto como él al enterarse de la traición de Taka... Taka. Ya había olvidado que ese era su nombre verdadero. Alzó la mirada y vio que Ahadi lo observaba con una mirada interrogante. Mufasa suspiró y comenzó a hablar. Mientras narraba fueron apareciendo más y más leones. El recién llegado conocía a algunos, como a su madre Uru o a su abuelo Mohatu, pero el resto le resultaban completamente desconocidos. Cuando acabó de narrar, practicamente todos los reyes estaban allí. Muchos rugieron con desaprobación al enterarse de la conducta de Scar. Ahadi miraba a Mufasa con tristeza, sobre todo al enterarse de que Simba corría un grave peligro. Uru se acercó a su hijo y lo lamió en la oreja, tal y como a él le gustaba, y Mufasa se sintió un poco más feliz.
-Sé que estás muy preocupado por tu hijo, pero ¿por qué no te vienes y dejas que tu padre y yo te enseñemos este lugar?
-Tu madre tiene razón, si no lo conoces este sitio puede ser peligroso. Cambia constantemente y puedes acabar volviendote loco.
Mufasa se quedó pensativo unos instantes. Aunque se alegraba de volver a ver a sus padres, no quería estar allí. Quería volver para ayudar a Simba. Quería volver para ver a Scar y... No, matarlo no. Eso sería rebajarse a su nivel. Simplemente le haría comprender hasta qué punto había llegado su ambición. Quería volver. Pero finalmente la cordura se impuso. No podía volver.
-Está bien. Supongo que no tengo nada mejor que hacer.
Y así, acompañado de sus padres, se sumergió en el Reino de los Espíritus.
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Bueno, este es el primer capítulo, espero que os haya gustado
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Muy buenos capitulos... espero la continuacion
Taka/Scar- Nivel inicial
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Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 18/02/2012
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Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Muy buenos capitulos, disculpa por no haber contestado o comentado.
Espero con ansias la conti, que al parecer se esta poniendo mejor.
Espero con ansias la conti, que al parecer se esta poniendo mejor.
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Capítulo IX
Mufasa dormía aún cuando Jasiri lo despertó dándole un mordisco en la oreja.
-¡Au!-protestó-. Mantengo lo dicho, eres igualito a Simba. O Simba es igualito a ti.
-Date prisa, Simba y Nala han discutido.
-¿Qué?-exclamó Mufasa, horrorizado. Si ni siquiera la amiga de la infancia de su hijo había logrado convencerlo, entonces tenían un problema. Se levantó de un salto y siguió a Jasiri, que ya corría hacia Gazebo. Ambos leones corrieron tan rápido que al llegar casi cayeron de cabeza a las aguas. Sin perder ni un segundo Mufasa se concentró en Simba. Cuando apareció su imagen, el corazón del antiguo rey se llenó de tristeza.
-¡Dijiste que siempre estarías cuidándome!-gritaba su hijo al cielo estrellado-. Pero no es cierto. Todo es por mi culpa. La culpa es mía… La culpa es mía…
Mufasa notó la pata de Jasiri (o tal vez fuera su padre) sobre su hombro, a modo de consuelo silencioso. “Rafiki, por favor, ahora sólo tú puedes convencerlo” pensó, casi suplicó. Se concentró en el sabio babuino. Lo vio balanceándose sobre una rama mientras cantaba una canción extraña. Ashante shana, squahs banana, ubhu nini, nini apana. Mufasa se preguntó qué significaría eso.
-El momento se acerca- dijo Jasiri detrás de él.
-Debes ser directo y conciso- aconsejó Mohatu.
-Prepárate- avisó Ahadi.
-No podrás estar frente a él mucho tiempo, prepara bien lo que vas a decirle, ya que tendrás que hacerlo sólo- habló Nzuri.
-¿Qué?- se alarmó Mufasa.
-Es tu asunto, no el nuestro.
-Y… ¿cómo me muestro a él?
-Simplemente…- empezó Ahadi.
-Sumérgete…- siguió Mohatu.
-En el agua- concluyó Jasiri.
-Ahá- respondió Mufasa, nada convencido.
Cogió una gran bocanada de aire y lo soltó despacio. Era su manera de relajarse, y solía dar resultado, aunque esta vez no sirvió de mucho. Hizo lo posible por concentrarse en Simba y Rafiki, que ya conversaban, y empezó a preparar sus palabras. En ese momento vio al babuino salir corriendo y al joven león seguirlo con rapidez. Tras un rato de carrera, llegaron a una laguna, y Rafiki obligó a Simba a mirar. Fue entonces: el príncipe vio a su padre en lugar de su reflejo, y él se lanzó al agua. Nada más entrar en contacto con el frío líquido, Mufasa dejó de estar en Gazebo para aparecer en el cielo, justo encima de su hijo.
-Simba.
-¿Padre?
-Simba, me has olvidado.
-¡No! ¡Eso jamás!
Antes de lanzarse al agua, Mufasa apenas sabía qué iba a decir, pero una vez allí, las palabras salían solas de su boca.
-Has olvidado quién eres, por lo tanto me has olvidado. Mira en tu interior, Simba. Eres más de lo que eres ahora. Debes ocupar tu lugar en el Ciclo de la Vida.
-¡¿Cómo puedo regresar?! ¡No soy el mismo!
-Recuerda quién eres, eres mi hijo, el único y verdadero rey. Recuerda… Recuerda… Recuerda…
Alguien agarró a Mufasa y lo obligó a salir del agua. Antes de desaparecer del todo, pudo ver a Simba corriendo desesperado tras él.
-Recuerda…
Un león desconocido lo sacó por completo del agua. Era de color miel, su melena era oscura y sus ojos eran violetas. Mufasa seguía algo desconcertado por esa sensación.
-Me llamo Harabi, Nzuri me ha encargado que te sacara de aquí.
-Gra…gracias.
Harabi se alejó un poco y dijo:
-Voy a informarlos a todos de que ya has acabado.
Mufasa asintió sin decir una palabra y se tumbó. Cerró los ojos y revivió los últimos diez minutos. Estaba seguro de que Simba tomaría la decisión correcta. Casi sin darse cuenta, se durmió.
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Capítulo X
Se despertó al oír unos suaves pasos que se acercaban.
-¿Cómo fue todo?- preguntó Uru.
-Bien.
A pesar de que hacía tiempo que no se veían, Mufasa estaba demasiado cansado como para añadir algo más.
-Me encontré con Harabi y me dijo que estabas aquí- al ver que Mufasa no respondía, siguió hablando-. Así que al final Simba va a regresar para enfrentarse a Taka.
Al pronunciar el nombre de su hijo, a Uru se le quebró la voz, y Mufasa entreabrió los ojos para mirarla. Sabía que él siempre había sido el elegido por su padre, pero que su madre quería un montón a Scar. Suspiró.
-Creo que sí.
Uru se tumbó sin decir nada, pero Mufasa captó la pregunta silenciosa que le estaba haciendo. Suspiró de nuevo.
-No creo que lo mate.
-No dije que fuera a hacerlo.
-Pero lo pensabas.
Un silencio tenso se extendió sobre los dos. Finalmente apareció Nzuri, seguido por Jasiri, Mohatu y Ahadi.
-¿Y bien?- preguntó el imponente león blanco-. ¿Cómo ha ido?
-Bien… He conseguido hacerlo entrar en razón, o al menos eso creo.
Nzuri asintió con la cabeza y se marchó. Le hizo una seña a Mohatu, que lo siguió. Ahadi se echó junto a Uru y Jasiri le puso una pata a Mufasa sobre el lomo, en la base de la melena. Los cuatro estuvieron así un rato, completamente silenciosos, hasta que llegó Harabi, rompiendo la calma.
-Acabo de asomarme un momento a Gazebo, Simba corre hacia las Tierras del Reino, Nala lo sigue y Timón y Pumba discuten si ir o no. ¿Voy a comunicárselo a Nzuri?
-¿Por qué estás todo el día de acá para allá, Harabi?- preguntó Mufasa, sin ni siquiera abrir los ojos.
El aludido pareció sorprenderse de la pregunta.
-Porque ese es mi trabajo aquí. Yo morí joven y no llegué a ser rey; sin embargo, soy veloz y resistente y Jasiri convenció a su padre para que yo pudiera servir de algo aquí arriba.
-¿Con qué edad moriste?- quiso saber Mufasa, curioso. Nada más preguntarlo se percató de que era muy maleducado y trató de disculparse, pero a Harabi no pareció importarle.
-Tendría aproximadamente la edad de Simba ahora, creo que un poco más joven.
Mufasa no respondió. En ese momento, lo único que quería hacer era descansar un buen rato. Harabi lo miró un largo rato, esperando a que le dijera si iba a por Nzuri o no, hasta que se dio cuenta de que su interlocutor se había quedado dormido. Entonces, se encogió de hombros y salió de allí. Ahadi lo siguió con la mirada; luego, él y Uru se levantaron y se alejaron. Mientras, Mufasa soñaba: las Tierras del Reino incendiadas, Simba colgando al borde de la Roca del Rey, Scar mirándolo, decenas de hienas riendo estúpidamente, las leonas alejadas y sin poder acercarse. En ese momento, Scar golpeaba a Simba en las patas y lo hacía caer al fuego… Mufasa despertó, sobresaltado, preguntándose si aquel sueño había sido una especie de premonición y aquello iba a ocurrir de verdad. Se percató de que estaba solo y, con gran esfuerzo, se puso en pie y corrió buscar a Nzuri.
Capítulo XI
No tuvo necesidad de correr mucho, se topó con él poco después de salir. Atropelladamente, le contó su sueño y el rostro de Nzuri se tornaba cada vez más serio. Cuando Mufasa acabó de relatar lo miró, esperado a que hablara. El león blanco se mantuvo en silencio unos instantes, y luego habló.
-Eso no ha sido un simple sueño. Has tenido un “ijix”, una premonición, si quieres llamarlo así.
-¿Eso significa que lo que he visto ocurrirá de verdad?- preguntó Mufasa, alarmado.
-No necesariamente. Quiero decir, si ahora mismo te mostraras ante Simba y le dijeras que no vuelva, cosa que no vas a hacer, posiblemente no llegue a ocurrir nunca.
-¡Pero Simba está yendo!
-Lo sé, pero eso no significa que lo que has visto ocurra de verdad. No temas, ocurrirá lo que tenga que ocurrir.
Mufasa rugió, frustrado, y empezó a dar grandes zancadas de un lado a otro. Nzuri lo seguía con la mirada.
-Relájate.
-¡No puedo! ¡Mi hijo puede morir dentro de nada, ¿y me dices que me relaje?!
-Comprendo cómo te sientes, pero así no ayudarás a Simba.
-¡No digas que sabes cómo me siento, maldita sea!
-Mufasa- dijo Nzuri, calmado-, ¿acaso no recuerdas que yo también soy padre?
-No es lo mismo.
-Claro que sí. ¿Acaso te ha contado Jasiri cómo murió?
Mufasa titubeó.
-Ya veo que no. Bueno, es una historia que creo que debes conocer.
-Pero el tiempo corre y…
-Quieres estar con Simba cuando se enfrente a Scar- completó la frase Nzuri-. No te preocupes, yo soy el alma de este sitio, puedo hacer que el tiempo transcurra como yo quiera.
Suspirando, Mufasa accedió.
-De acuerdo, pero que sea rápido.
-No lo dudes.
Los dos leones se tumbaron entonces y Nzuri comenzó a narrar.
-Corría el año diquitidos…
-¿Diquitidos?
-Ahora te lo explico, no seas impaciente- respondió el león blanco, sonriente-. Como ya he dicho, corría el año diquitidos…
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Capítulo XII
-Corría el año diquitidos. En realidad era el año veintidós, pero ahora ese año está prohibido nombrarlo.
-¿Por qué?
-No interrumpas, ahora te lo cuento todo.
Y Nzuri empezó otra vez…
“Corría el año diquitidos. En realidad era el año veintidós, pero ahora ese año está prohibido nombrarlo.
Por aquel entonces aún no existía la Roca del Rey, y no había reinos ni reyes. Los leones éramos una única y enorme manada que ocupaba toda la sabana. Éramos los líderes inconfundibles de toda África. Vivíamos en completa armonía los unos con los otros. Hasta que un día un grupo de leones se rebeló.
Eran siete, y desde entonces son conocidos como Los Siete Divisores, ya que por su culpa la manada se dividió. No sé si recuerdo los nombres de todos…
Uno era Muaji. Él era el líder y fue él quien convenció a los otros seis. Era negro, completamente negro. Su melena era de un marrón oscurísimo y sus ojos… sus ojos eran rojos. No marrón rojizo, no, rojos como el fuego. Era un león imponente y, sobre todo, muy malvado. Sólo verlo daba pavor, y todos los leones evitaban enfrentarse a él. No tenía rival a la hora de la lucha. Y era muy persuasivo a la hora de hablar. Tenía una voz muy… seductora. Sabía cómo hablarle a los leones jóvenes para que se unieran a él.
Otro era Jeraha. Su color de piel era rojo sangre, y le iba que ni pintado: es el león más sangriento que he conocido nunca. No aguantaba un día entero sin probar la sangre, a veces mataba sólo por placer, no por alimentarse. Su cuerpo estaba surcado por numerosas cicatrices.
Una de las pocas hembras que había en el grupo era Seshru. Su pelaje tenía tonalidades de gris y sus ojos amarillos eran maliciosos. Si mal no recuerdo, ella y Muaji tenían una relación.
El otro era Thiazzi. Era uno de los pocos que tenía la piel clara. Él también era muy feroz y fuerte.
Luego había dos de los que tan sólo recuerdo el nombre: Torak y Haraka. Y el último… era yo.”
Nzuri dejó de narrar y el eco de su voz se perdió. Mufasa lo miraba, asombrado. El imponente león blanco estaba tumbado, con la cabeza apoyada en las patas delanteras y sus hermosos ojos verdes cerrados.
-¿Cómo continúa?
-Es una historia bastante larga, te aconsejo que primero vayas a ayudar a Simba.
Mufasa dio un respingo. ¡Simba! Ya casi se había olvidado de él. Asintiendo, se acercó al manantial y se concentró en su hijo. Al rato lo vio: escondido cerca de la Roca del Rey.
-¡¡¡Saraaaabiiiii!!!
El grito de Scar resonó por toda la pradera y una punzada de nostalgia sacudió a Mufasa.
-Sarabi…
Nzuri se acercó y dijo:
-No te preocupes, Simba no dejará que la pase nada.
-Eso espero- replicó Mufasa, y centró toda su atención en el agua…
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Capítulo XIII
Scar golpeó a Sarabi. Mufasa rugió de indignación. Y Simba hizo lo mismo. Un tremendo rayo, representación del enfado de Mufasa, resplandeció a espaldas del príncipe, haciendo aún más temible su aspecto.
-¿Mufasa? ¡No, estás muerto!
Mufasa observó con satisfacción como Scar se asustaba, pero dejó de prestarle atención cuando Simba corrió hasta su madre.
-¿Mufasa?- susurró Sarabi al verlo.
-No. Simba.
Sarabi dijo algo más, pero Mufasa no lo escuchó. Se acababa de dar cuenta de que ya habían confundido dos veces a su hijo con él. Y se preguntó si eso era bueno o malo.
-¡Simba!- exclamó Scar, con una voz tan falsa que Mufasa sintió ganas de vomitar-. Me sorprende verte por aquí… vivo.
-Dame sólo una razón para no hacerte pedazos.
Nzuri se asomó también para echar un vistazo a lo que estaba pasando.
-Hacía mucho que no me asomaba aquí- comentó.
Mufasa lo ignoró. Scar había tocado el punto débil de Simba: ¿quién era el verdadero responsable de la muerte del antiguo rey?
-Yo.
La respuesta del joven león dejó a las leonas asombradas, y Simba pudo leer en las caras de su madre y de Nala la decepción y el profundo dolor.
Mufasa cerró los ojos. Su hijo no tenía ahora ningún aliado. ¿Cómo iba a sobrevivir a eso? Los volvió a abrir, pero no vio nada; había perdido la concentración. Frustrado, pensó en Scar y en Simba. Llegó justo a tiempo para ver cómo un rayo incendiaba las hierbas resecas, cómo su hijo resbalaba en el borde de la Roca del Rey y apenas se podía sujetar, cómo las hienas le cerraban el paso a las leonas, cómo Scar se acercaba, triunfante, a Simba.
Tras tomarse un tiempo para dejar al heredero legítimo colgando, Scar clavó sus garras en las patas de su sobrino, tal y como hiciera antaño con su hermano. Y Mufasa recordó su sueño. ¡Era esa misma escena! Comenzó a temblar. “Simba…” pensó, angustiado. Mientras tanto, Scar acercó lentamente su cabeza a la oreja de Simba mientras susurraba:
-Y ahí va mi pequeño secretito… yo maté a Mufasa.
La reacción de Simba fue inmediata. Rugiendo de rabia, se abalanzó sobre su tío, a la vez que gritaba “¡asesino!”. Aterrizó sobre él con fuerza y lo obligó a confesar frente a todas las leonas lo que había hecho. Un batallón de hienas saltó sobre Simba. Las leonas saltaron sobre las hienas. Scar aprovechó la pelea y huyó.
Mufasa estaba indignadísimo. Sólo su hermano era capaz de escapar de esa manera cuando las cosas se torcían. Se fijó en que Simba lo estaba buscando, y pensó que podía darle una pequeña ayuda. En el mismo instante en el que su hijo miraba hacia donde estaba Scar, Mufasa rugió en dirección al manantial. Un enorme relámpago iluminó toda la zona, y dejó al cobarde al descubierto. Simba se lanzó a por él. Finalmente, lo acorraló al borde de un precipicio.
-Asesino… No mereces vivir.
Tanto las palabras como el aspecto de Simba le causaron un gran pavor a Scar, que se empequeñeció frente a la poderosa figura de su sobrino.
-Pero, Simba… Soy parte… de la familia… No matarás a tu propio tío, ¿no?
-No, Scar. Yo no soy como tú.
El alivio de su hermano resultó tan evidente que a Mufasa le entraron ganas de reírse de él. Por si no fuera poco, se ofreció para ser vasallo de Simba. Y él le dio una orden bastante clara.
-Huye, Scar. ¡Huye! Huye lejos y no regreses.
-De acuerdo- accedió Scar, avanzando-, si así lo desea su… ¡majestad!
Al gritar eso último golpeó con la pata unas brasas que había en la roca y éstas fueron directas a los ojos de Simba. Él y su padre rugieron: uno de dolor, el otro de indignación por ese truco tan sucio y rastrero.
Scar se lanzó contra Simba con la intención de morderlo en el cuello, pero la melena del joven león impidió que el golpe fuera mortal. Como había sido Scar el primero en atacar, fue Simba el que se llevó los primeros golpes. “Ánimo, hijo, no estás solo” pensó Mufasa. Y Simba pareció oírlo. Empezó a contraatacar y pronto los dos leones estaban enzarzados en una lucha a vida o muerte mientras eran rodeados por enormes llamas. En un descuido de Simba, Scar lo golpeó y lo tiró al suelo. Acto seguido, se lanzó sobre él. Pero su sobrino reaccionó con rapidez. Alzó las patas traseras, amortiguando con ellas el impacto, y luego las impulsó hacia atrás, llevando a Scar con ellas. Su tío cayó por el pequeño barranco y aterrizó bruscamente. Simba se asomó a ver si seguía vivo o había muerto. Pero no tuvo necesidad de rematarlo. Las hienas, enfadadas con él por algún motivo que Mufasa no entendió del todo, lo mataron. Y se fueron.
Comenzó a llover. El agua apagó el incendio, se llevó los restos de los animales muertos y refrescó a Simba. Mufasa sonrió, orgulloso. Luego desvió un momento la vista y miró a Nzuri.
-¿Has sido tú? ¿Has mandado tú esa lluvia?
-Pues claro, ¿lo dudabas?- respondió el león blanco con una sonrisa.
-Oye… Scar, ¿vendrá aquí también?
-Por supuesto, no obstante, será juzgado por lo que hizo.
Mufasa no respondió. Se limitó a mirar de nuevo el manantial, pero la imagen ya no estaba.
-Vamos, hay que ir a buscarlo- dijo Nzuri, mientras echaba a andar.
Suspirando, Mufasa se separó de la laguna y lo siguió.
Scar estaba tan confuso como su hermano cuando llegó al Reino de los Espíritus. Una enorme nada blanca, en la que no había ni tiempo, ni espacio, ni movimiento.
-¿Cómo pudiste hacerlo?
Scar se giró de golpe al oír la voz de su hermano. Allí estaba: tan majestuoso como siempre, y no iba solo. Un imponente león blanco lo acompañaba. Mufasa repitió la pregunta.
-¿Cómo pudiste hacerlo?
-Yo…- empezó Scar.
-Eso no tienes por qué decirlo ahora- lo interrumpió Nzuri, hablando calmadamente-. Espera a la hora del Juicio.
-¿El… el Juicio?- tartamudeó Scar, asustado.
-Sí, los Grandes decidiremos qué castigo imponerte.
-¡No!- protestó.
-No pretenderás haber causado la muerte de tu propio hermano, haber intentado matar a tu sobrino cuando era un cachorro y no darle ninguna libertad a las leonas y salir impune.
Scar abrió la boca para replicar algo, pero Mufasa se adelantó.
-Taka- dijo, provocando que su hermano diera un respingo-, aún no comprendo cómo fuiste capaz de hacerlo, y no puedes pretender que te perdone así como así. Sin embargo, deja que te dé un consejo: las primeras semanas que estés aquí, obedece todo lo que te digan. Y te lo digo como hermano.
Nzuri no dijo nada ni en contra ni a favor de las palabras de Mufasa, pero cuando Scar asintió con precaución y no lo miraba, le hizo un gesto afirmativo.
-En ese caso, vamos.
Y nada más decirlo, desaparecieron.
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Capítulo XIV
Por petición de Mufasa, Scar permaneció aparte hasta su juicio. Al principio a todos le pareció que ese acto por parte de Mufasa era una pequeña venganza hacia su hermano, pero cuando Nzuri le preguntó, le respondió que si lo hubieran dejado por ahí suelto, los reyes que habían escuchado el relato de la muerte de Mufasa lo iban a machacar.
Pocos días después de que lo apartaran, Scar estaba tirado en el suelo, aburrido, cuando entraron Ahadi y Uru. Al verlos entrar, se levantó de un salto.
-Ho… hola- dijo, y bajó la cabeza, avergonzado.
Uru se acercó a él.
-Taka- susurró, provocando que el aludido diera un respingo.
Scar no respondió, sino que se alejó y se fue a la parte más oscura de la cueva, donde se tumbó de espaldas a sus padres.
-Hijo- dijo entonces Ahadi, acercándose-, puedo comprender que esto sea muy nuevo para ti, que notes el rechazo de los reyes por lo que hiciste, incluso que tengas miedo; lo que no logro entender es por qué no quieres hablar ni siquiera con tus padres.
-Suponía que me odiarías por lo que hice.
-Es imposible que no nos hayas decepcionado, pero, ¿odiarte? No, eso no.
Scar se levantó y se giró hacia ellos. Le brillaban los ojos y Uru pensó que ese brillo se parecía sospechosamente al de las lágrimas.
-No fui capaz de arrepentirme ni de matar a Mufasa, ni de engañar a Simba, ni de tratar de matarlo, ni de maltratar a las leonas, ni de nada; y sin embargo ahora estoy comprendiendo todo el mal que hice.
Ahadi y Uru se quedaron sin palabras. En ese momento llegó Mufasa.
-Scar, Nzuri me ha mandado a buscarte- dijo.
-De acuerdo, vamos- respondió, con un leve suspiro.
Los dos hermanos echaron a andar hasta llegar a una enorme montaña, cuya pared, casi vertical, estaba escalonada. En uno de los escalones más altos estaba Nzuri. Según iban estando más cerca del suelo, en los escalones estaban sentados los leones más sabios y justos. Mufasa distinguió a Jasiri en uno de los escalones del medio.
Al ver llegar a Scar, todos los leones que no estaban en los escalones comenzaron a rugir.
-Ven- le dijo Mufasa a su hermano.
Juntos, se escabulleron hasta detrás de la montaña.
Mientras, en el otro lado, Nzuri rugió para acallar a todos los leones que se agrupaban a su alrededor. A regañadientes, todos cerraron el hocico. La llegada de Scar había provocado mucha agitación y Nzuri tenía problemas para mantener la calma en el Reino de los Espíritus.
Cuando todos los leones se callaron, Nzuri habló:
-Os recuerdo que aquí para juzgar a Taka, más conocido como Scar.
Mientras el león blanco hablaba, Mufasa se alejó un poco. Hacía tiempo que no se asomaba a ver cómo le iban las cosas a Simba. Triste, se despidió de Scar y se fue a dar un paseo. Inconscientemente, sus pasos lo llevaron hasta Gazebo. Entonces pensó que no había nada malo en echar un vistazo. Se asomó y rastreó los alrededores de la Roca del Rey. Vio a Nala tumbada en el interior de la cueva, con una radiante sonrisa de felicidad en la cara. Buscando por los alrededores, encontró a Simba. Estaba paseando con Rafiki por la sabana.
-Estoy muy feliz- decía el nuevo rey-, pero Nala y yo aún estamos indecisos con respecto al nombre.
-¿Qué habéis propuesto?
-A Nala le gustaban para chica Kiara, Seshru o Maisha; y para chico prefería Rangi, Kitabu, Kusoma o Kopa.
-¿Kopa? Ese es un nombre bonito, me gusta.
-¿Tú crees? El príncipe Kopa… sí, suena bien.
Aunque Mufasa llevaba un rato sospechándolo, eso lo hizo comprender: ¡Simba y Nala iban a tener un hijo!
-¿Y si es chica?
-Seshru no me convence, elegid entre Kiara y Maisha.
Mufasa sonrió. Antes le había sorprendido que Nala, con lo activa que era, estuviese echada en la cueva, pero ahora lo entendía todo. Le debían quedar menos de tres semanas para dar a luz al futuro heredero del reino.
-¡Eh, Mufasa!
Reconoció la voz de Harabi, que estaba jadeando.
-Nzuri me ha mandado a buscarte, el juicio va a empezar.
La alegría que había inundado por dentro a Mufasa se esfumó al ser reemplazada por todas las preocupaciones. Suspirando, apartó la mirada del manantial y se fue con él de vuelta a la Montaña del Juicio.
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Capítulo XV
Scar estaba sentado en el centro de un círculo dibujado con tierra roja sobre la verde hierba. Algunos leones que se encargaban de la seguridad estaban alrededor, dejando un margen de separación para no agobiar al acusado. Para evitar conflictos, Nzuri había preferido que, a excepción de los Grandes, tan sólo estuvieran presentes Ahadi, Uru, Mohatu, algún que otro león de los más calmados y, por supuesto, Mufasa.
-Vamos a dar comienzo al Juicio- dijo Nzuri con una voz clara, limpia y pura-. ¿Estamos todos listos?
Todos los presentes asintieron con la cabeza.
-En ese caso- continuó-, doy por iniciada la sesión. En primer lugar, oiremos el testimonio del anterior rey, Mufasa.
Al oír su nombre, el aludido se adelantó unos pasos. Luego comenzó a hablar. Relató toda la historia de su muerte, de la traición de su hermano, de la vida de Simba… Todo ello le llevó sus buenas dos horas, pero durante todo ese tiempo, todos los Grandes le prestaron suma atención.
-Bien- dijo Nzuri cuando Mufasa hubo acabado-, es el turno de que hable Scar- se giró hacia él y lo miró-. Por favor, cuéntanos todo.
-Yo… supongo que todo empezó cuando nuestro padre decidió que Mufasa sería el rey. Desde entonces siempre le prestaba más atención a él, y aunque siempre supe que era lógico, no podía sino sentirme excluido. Sin embargo, conservaba la esperanza de que algún día sería digno de ser el rey. Pero tras hacerme la cicatriz la sensación de desplazo era aún mayor. La gota que colmó el vaso fue Simba. Al nacer él, mis posibilidades de convertirme en rey eran nulas. La idea se me subió a la cabeza, así que hablé con las hienas. Las propuse que me ayudaran a conseguir el trono a cambio de un lugar en el reino y comida todos los días.
Scar acabó su relato con un nudo en la garganta. Nzuri estaba tumbado, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en las patas delanteras, pero unos segundos después de que Taka finalizara, se incorporó.
-Bien, ahora hablaremos sobre la condena. Por favor, los presentes que no pertenezcan a los Grandes, iros a la otra ladera.
El primero en salir fue Ahadi. La historia de su hijo lo había hecho sentir un poco culpable, y quería hablarlo con él. Cuando vio que Scar entraba en la pequeña cueva, les pidió a los demás que no molestaran y entró tras él.
-¿Qué quieres?
-Hablar. ¿Tú…? ¿De veras te sentías tan desplazado?
-Ah, hablar de eso. Pues sí, aunque ahora estoy entendiendo que, en el fondo, era necesario.
-Deberías saber que elegir entre vosotros dos quién sería el rey fue la decisión más difícil de mi vida.
-Ya, lo imaginaba.
-¿Me perdonas, entonces?
-Sí, Mufasa ha sido mucho mejor rey que yo.
Y así quedó la cosa.
Unos minutos más tarde, Jasiri se acercó.
-Ya hemos hablado, venid conmigo. Y no hagáis preguntas.
A Mufasa le sorprendió que estuviera tan serio, con lo alegre y activo que era él. Preocupado, obedeció. Jasiri los guió de vuelta al juicio y allí volvieron a ponerse todos donde habían estado antes.
-Este es tu castigo- le dijo Nzuri a Scar, y rugió hacia él. Una especie de destello salió de su hocico y envolvió al león. Apenas dos segundos después, había desaparecido.
-¿Qué ha pasado?- exclamó Mufasa, horrorizado.
-No te preocupes, estará bien. Revivirá su vida, pero sintiendo todo el daño que le ha causado en los demás leones en su propia piel. Es lo más justo.
Mufasa no se atrevió a replicar. Simplemente se marchó a pasear. Un torbellino de emociones lo recorrían por dentro, y el paisaje de su alrededor cambiaba constantemente. Estaba pensando en sus cosas cuando se topó con una leona que no conocía.
-Hola- dijo ella con una sonrisa-. Tú eres Mufasa, ¿no?
-Sí, ¿y tú eres…?
-Soy Karoti. ¿Por qué no vas a ver el nacimiento de tu nieto?
Mufasa ladeó la cabeza, confundido.
-Pero… a Nala aún le quedaba casi un mes.
Karoti sonrió.
-Ah, el tiempo aquí o es lo que parece…
-¿Entonces va a nacer ya?
-Exacto.
-No me lo puedo perder.
Mufasa echó a correr hacia Gazebo, pero antes de irse, se giró.
-Muchas gracias, Karoti, es un placer haberte conocido.
-El placer es mío.
Mufasa le dedicó una última sonrisa antes de irse por completo. Corrió con todas sus fuerzas para no perderse el nacimiento de su nieto… o nieta, aún no se sabía. Finalmente, llegó al manantial. Se asomó justo a tiempo de ver como de Nala salía una cabecita, una pata, dos patas, un cuerpecito, otras dos patas, una colita… y un todo ello acababa formando un cachorro.
Nala le dio un suave lametón a su pequeño, y luego lo atrajo lentamente hacia ella. Simba entró corriendo en la cueva. Venía jadeando, exhausto de la carrera que se había dado para llegar a tiempo. Detrás de él entraron Timón y Pumba.
-¿Ha nacido ya?
-Sí. Ven…
Simba se acercó a Nala, y ésta apartó un poco la pata para que viera mejor.
-Es precioso- susurró Simba-. Hola… hola, Kopa.
En ese momento, el joven príncipe se giró y abrió sus ojitos.
-Parece que le gusta su nombre- dijo Pumba, feliz.
Simba y Nala se miraron, radiantes de felicidad, y volvieron a centrar su atención en su hijo.
-Tiene tus mismos ojos- hizo notar Nala, lamiendo de nuevo a Kopa.
-Sí…
-Es clavadito a ti cuando naciste, hijo- dijo Sarabi, que acababa de entrar.
-Habrá que darle una buena educación, y nosotros nos encargaremos- le dijo Timón a Pumba.
Simba abrazó a su madre y miró de nuevo a su cachorro.
-¡Oh! Se durmió.
En ese momento entró Rafiki, apoyado en su bastón.
-Dejad que duerma durante un par de horas mientras los animales vienen a su presentación.
Mufasa se separó un poco del agua. Sarabi tenía razón: el pequeño Kopa era igual que Simba. Sonriendo, decidió que no haría falta que algún animal llevara la noticia, él mismo se encargaría. Como ya hizo antaño, levantó una suave brisa con la que recogió los pétalos y hojas que hicieron que Rafiki supiera que Simba vivía; luego, los llevó hasta la Roca del Rey, donde dejó que cogieran el olor de los reyes y el príncipe. Por último, lo llevó por todo el reino. Al principio, los animales se sorprendían mucho, pero luego lo comprendían y marchaban hacia la Roca.
Al finalizar su tarea, Mufasa sonrió, olvidó todas sus preocupaciones, y se preparó para la presentación de su nieto.
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He puesto muchos capítulos para compensar todo el tiempo que llevo sin poner ninguno jeje Espero que siga gustando .)
Mufasa dormía aún cuando Jasiri lo despertó dándole un mordisco en la oreja.
-¡Au!-protestó-. Mantengo lo dicho, eres igualito a Simba. O Simba es igualito a ti.
-Date prisa, Simba y Nala han discutido.
-¿Qué?-exclamó Mufasa, horrorizado. Si ni siquiera la amiga de la infancia de su hijo había logrado convencerlo, entonces tenían un problema. Se levantó de un salto y siguió a Jasiri, que ya corría hacia Gazebo. Ambos leones corrieron tan rápido que al llegar casi cayeron de cabeza a las aguas. Sin perder ni un segundo Mufasa se concentró en Simba. Cuando apareció su imagen, el corazón del antiguo rey se llenó de tristeza.
-¡Dijiste que siempre estarías cuidándome!-gritaba su hijo al cielo estrellado-. Pero no es cierto. Todo es por mi culpa. La culpa es mía… La culpa es mía…
Mufasa notó la pata de Jasiri (o tal vez fuera su padre) sobre su hombro, a modo de consuelo silencioso. “Rafiki, por favor, ahora sólo tú puedes convencerlo” pensó, casi suplicó. Se concentró en el sabio babuino. Lo vio balanceándose sobre una rama mientras cantaba una canción extraña. Ashante shana, squahs banana, ubhu nini, nini apana. Mufasa se preguntó qué significaría eso.
-El momento se acerca- dijo Jasiri detrás de él.
-Debes ser directo y conciso- aconsejó Mohatu.
-Prepárate- avisó Ahadi.
-No podrás estar frente a él mucho tiempo, prepara bien lo que vas a decirle, ya que tendrás que hacerlo sólo- habló Nzuri.
-¿Qué?- se alarmó Mufasa.
-Es tu asunto, no el nuestro.
-Y… ¿cómo me muestro a él?
-Simplemente…- empezó Ahadi.
-Sumérgete…- siguió Mohatu.
-En el agua- concluyó Jasiri.
-Ahá- respondió Mufasa, nada convencido.
Cogió una gran bocanada de aire y lo soltó despacio. Era su manera de relajarse, y solía dar resultado, aunque esta vez no sirvió de mucho. Hizo lo posible por concentrarse en Simba y Rafiki, que ya conversaban, y empezó a preparar sus palabras. En ese momento vio al babuino salir corriendo y al joven león seguirlo con rapidez. Tras un rato de carrera, llegaron a una laguna, y Rafiki obligó a Simba a mirar. Fue entonces: el príncipe vio a su padre en lugar de su reflejo, y él se lanzó al agua. Nada más entrar en contacto con el frío líquido, Mufasa dejó de estar en Gazebo para aparecer en el cielo, justo encima de su hijo.
-Simba.
-¿Padre?
-Simba, me has olvidado.
-¡No! ¡Eso jamás!
Antes de lanzarse al agua, Mufasa apenas sabía qué iba a decir, pero una vez allí, las palabras salían solas de su boca.
-Has olvidado quién eres, por lo tanto me has olvidado. Mira en tu interior, Simba. Eres más de lo que eres ahora. Debes ocupar tu lugar en el Ciclo de la Vida.
-¡¿Cómo puedo regresar?! ¡No soy el mismo!
-Recuerda quién eres, eres mi hijo, el único y verdadero rey. Recuerda… Recuerda… Recuerda…
Alguien agarró a Mufasa y lo obligó a salir del agua. Antes de desaparecer del todo, pudo ver a Simba corriendo desesperado tras él.
-Recuerda…
Un león desconocido lo sacó por completo del agua. Era de color miel, su melena era oscura y sus ojos eran violetas. Mufasa seguía algo desconcertado por esa sensación.
-Me llamo Harabi, Nzuri me ha encargado que te sacara de aquí.
-Gra…gracias.
Harabi se alejó un poco y dijo:
-Voy a informarlos a todos de que ya has acabado.
Mufasa asintió sin decir una palabra y se tumbó. Cerró los ojos y revivió los últimos diez minutos. Estaba seguro de que Simba tomaría la decisión correcta. Casi sin darse cuenta, se durmió.
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Capítulo X
Se despertó al oír unos suaves pasos que se acercaban.
-¿Cómo fue todo?- preguntó Uru.
-Bien.
A pesar de que hacía tiempo que no se veían, Mufasa estaba demasiado cansado como para añadir algo más.
-Me encontré con Harabi y me dijo que estabas aquí- al ver que Mufasa no respondía, siguió hablando-. Así que al final Simba va a regresar para enfrentarse a Taka.
Al pronunciar el nombre de su hijo, a Uru se le quebró la voz, y Mufasa entreabrió los ojos para mirarla. Sabía que él siempre había sido el elegido por su padre, pero que su madre quería un montón a Scar. Suspiró.
-Creo que sí.
Uru se tumbó sin decir nada, pero Mufasa captó la pregunta silenciosa que le estaba haciendo. Suspiró de nuevo.
-No creo que lo mate.
-No dije que fuera a hacerlo.
-Pero lo pensabas.
Un silencio tenso se extendió sobre los dos. Finalmente apareció Nzuri, seguido por Jasiri, Mohatu y Ahadi.
-¿Y bien?- preguntó el imponente león blanco-. ¿Cómo ha ido?
-Bien… He conseguido hacerlo entrar en razón, o al menos eso creo.
Nzuri asintió con la cabeza y se marchó. Le hizo una seña a Mohatu, que lo siguió. Ahadi se echó junto a Uru y Jasiri le puso una pata a Mufasa sobre el lomo, en la base de la melena. Los cuatro estuvieron así un rato, completamente silenciosos, hasta que llegó Harabi, rompiendo la calma.
-Acabo de asomarme un momento a Gazebo, Simba corre hacia las Tierras del Reino, Nala lo sigue y Timón y Pumba discuten si ir o no. ¿Voy a comunicárselo a Nzuri?
-¿Por qué estás todo el día de acá para allá, Harabi?- preguntó Mufasa, sin ni siquiera abrir los ojos.
El aludido pareció sorprenderse de la pregunta.
-Porque ese es mi trabajo aquí. Yo morí joven y no llegué a ser rey; sin embargo, soy veloz y resistente y Jasiri convenció a su padre para que yo pudiera servir de algo aquí arriba.
-¿Con qué edad moriste?- quiso saber Mufasa, curioso. Nada más preguntarlo se percató de que era muy maleducado y trató de disculparse, pero a Harabi no pareció importarle.
-Tendría aproximadamente la edad de Simba ahora, creo que un poco más joven.
Mufasa no respondió. En ese momento, lo único que quería hacer era descansar un buen rato. Harabi lo miró un largo rato, esperando a que le dijera si iba a por Nzuri o no, hasta que se dio cuenta de que su interlocutor se había quedado dormido. Entonces, se encogió de hombros y salió de allí. Ahadi lo siguió con la mirada; luego, él y Uru se levantaron y se alejaron. Mientras, Mufasa soñaba: las Tierras del Reino incendiadas, Simba colgando al borde de la Roca del Rey, Scar mirándolo, decenas de hienas riendo estúpidamente, las leonas alejadas y sin poder acercarse. En ese momento, Scar golpeaba a Simba en las patas y lo hacía caer al fuego… Mufasa despertó, sobresaltado, preguntándose si aquel sueño había sido una especie de premonición y aquello iba a ocurrir de verdad. Se percató de que estaba solo y, con gran esfuerzo, se puso en pie y corrió buscar a Nzuri.
Capítulo XI
No tuvo necesidad de correr mucho, se topó con él poco después de salir. Atropelladamente, le contó su sueño y el rostro de Nzuri se tornaba cada vez más serio. Cuando Mufasa acabó de relatar lo miró, esperado a que hablara. El león blanco se mantuvo en silencio unos instantes, y luego habló.
-Eso no ha sido un simple sueño. Has tenido un “ijix”, una premonición, si quieres llamarlo así.
-¿Eso significa que lo que he visto ocurrirá de verdad?- preguntó Mufasa, alarmado.
-No necesariamente. Quiero decir, si ahora mismo te mostraras ante Simba y le dijeras que no vuelva, cosa que no vas a hacer, posiblemente no llegue a ocurrir nunca.
-¡Pero Simba está yendo!
-Lo sé, pero eso no significa que lo que has visto ocurra de verdad. No temas, ocurrirá lo que tenga que ocurrir.
Mufasa rugió, frustrado, y empezó a dar grandes zancadas de un lado a otro. Nzuri lo seguía con la mirada.
-Relájate.
-¡No puedo! ¡Mi hijo puede morir dentro de nada, ¿y me dices que me relaje?!
-Comprendo cómo te sientes, pero así no ayudarás a Simba.
-¡No digas que sabes cómo me siento, maldita sea!
-Mufasa- dijo Nzuri, calmado-, ¿acaso no recuerdas que yo también soy padre?
-No es lo mismo.
-Claro que sí. ¿Acaso te ha contado Jasiri cómo murió?
Mufasa titubeó.
-Ya veo que no. Bueno, es una historia que creo que debes conocer.
-Pero el tiempo corre y…
-Quieres estar con Simba cuando se enfrente a Scar- completó la frase Nzuri-. No te preocupes, yo soy el alma de este sitio, puedo hacer que el tiempo transcurra como yo quiera.
Suspirando, Mufasa accedió.
-De acuerdo, pero que sea rápido.
-No lo dudes.
Los dos leones se tumbaron entonces y Nzuri comenzó a narrar.
-Corría el año diquitidos…
-¿Diquitidos?
-Ahora te lo explico, no seas impaciente- respondió el león blanco, sonriente-. Como ya he dicho, corría el año diquitidos…
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Capítulo XII
-Corría el año diquitidos. En realidad era el año veintidós, pero ahora ese año está prohibido nombrarlo.
-¿Por qué?
-No interrumpas, ahora te lo cuento todo.
Y Nzuri empezó otra vez…
“Corría el año diquitidos. En realidad era el año veintidós, pero ahora ese año está prohibido nombrarlo.
Por aquel entonces aún no existía la Roca del Rey, y no había reinos ni reyes. Los leones éramos una única y enorme manada que ocupaba toda la sabana. Éramos los líderes inconfundibles de toda África. Vivíamos en completa armonía los unos con los otros. Hasta que un día un grupo de leones se rebeló.
Eran siete, y desde entonces son conocidos como Los Siete Divisores, ya que por su culpa la manada se dividió. No sé si recuerdo los nombres de todos…
Uno era Muaji. Él era el líder y fue él quien convenció a los otros seis. Era negro, completamente negro. Su melena era de un marrón oscurísimo y sus ojos… sus ojos eran rojos. No marrón rojizo, no, rojos como el fuego. Era un león imponente y, sobre todo, muy malvado. Sólo verlo daba pavor, y todos los leones evitaban enfrentarse a él. No tenía rival a la hora de la lucha. Y era muy persuasivo a la hora de hablar. Tenía una voz muy… seductora. Sabía cómo hablarle a los leones jóvenes para que se unieran a él.
Otro era Jeraha. Su color de piel era rojo sangre, y le iba que ni pintado: es el león más sangriento que he conocido nunca. No aguantaba un día entero sin probar la sangre, a veces mataba sólo por placer, no por alimentarse. Su cuerpo estaba surcado por numerosas cicatrices.
Una de las pocas hembras que había en el grupo era Seshru. Su pelaje tenía tonalidades de gris y sus ojos amarillos eran maliciosos. Si mal no recuerdo, ella y Muaji tenían una relación.
El otro era Thiazzi. Era uno de los pocos que tenía la piel clara. Él también era muy feroz y fuerte.
Luego había dos de los que tan sólo recuerdo el nombre: Torak y Haraka. Y el último… era yo.”
Nzuri dejó de narrar y el eco de su voz se perdió. Mufasa lo miraba, asombrado. El imponente león blanco estaba tumbado, con la cabeza apoyada en las patas delanteras y sus hermosos ojos verdes cerrados.
-¿Cómo continúa?
-Es una historia bastante larga, te aconsejo que primero vayas a ayudar a Simba.
Mufasa dio un respingo. ¡Simba! Ya casi se había olvidado de él. Asintiendo, se acercó al manantial y se concentró en su hijo. Al rato lo vio: escondido cerca de la Roca del Rey.
-¡¡¡Saraaaabiiiii!!!
El grito de Scar resonó por toda la pradera y una punzada de nostalgia sacudió a Mufasa.
-Sarabi…
Nzuri se acercó y dijo:
-No te preocupes, Simba no dejará que la pase nada.
-Eso espero- replicó Mufasa, y centró toda su atención en el agua…
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Capítulo XIII
Scar golpeó a Sarabi. Mufasa rugió de indignación. Y Simba hizo lo mismo. Un tremendo rayo, representación del enfado de Mufasa, resplandeció a espaldas del príncipe, haciendo aún más temible su aspecto.
-¿Mufasa? ¡No, estás muerto!
Mufasa observó con satisfacción como Scar se asustaba, pero dejó de prestarle atención cuando Simba corrió hasta su madre.
-¿Mufasa?- susurró Sarabi al verlo.
-No. Simba.
Sarabi dijo algo más, pero Mufasa no lo escuchó. Se acababa de dar cuenta de que ya habían confundido dos veces a su hijo con él. Y se preguntó si eso era bueno o malo.
-¡Simba!- exclamó Scar, con una voz tan falsa que Mufasa sintió ganas de vomitar-. Me sorprende verte por aquí… vivo.
-Dame sólo una razón para no hacerte pedazos.
Nzuri se asomó también para echar un vistazo a lo que estaba pasando.
-Hacía mucho que no me asomaba aquí- comentó.
Mufasa lo ignoró. Scar había tocado el punto débil de Simba: ¿quién era el verdadero responsable de la muerte del antiguo rey?
-Yo.
La respuesta del joven león dejó a las leonas asombradas, y Simba pudo leer en las caras de su madre y de Nala la decepción y el profundo dolor.
Mufasa cerró los ojos. Su hijo no tenía ahora ningún aliado. ¿Cómo iba a sobrevivir a eso? Los volvió a abrir, pero no vio nada; había perdido la concentración. Frustrado, pensó en Scar y en Simba. Llegó justo a tiempo para ver cómo un rayo incendiaba las hierbas resecas, cómo su hijo resbalaba en el borde de la Roca del Rey y apenas se podía sujetar, cómo las hienas le cerraban el paso a las leonas, cómo Scar se acercaba, triunfante, a Simba.
Tras tomarse un tiempo para dejar al heredero legítimo colgando, Scar clavó sus garras en las patas de su sobrino, tal y como hiciera antaño con su hermano. Y Mufasa recordó su sueño. ¡Era esa misma escena! Comenzó a temblar. “Simba…” pensó, angustiado. Mientras tanto, Scar acercó lentamente su cabeza a la oreja de Simba mientras susurraba:
-Y ahí va mi pequeño secretito… yo maté a Mufasa.
La reacción de Simba fue inmediata. Rugiendo de rabia, se abalanzó sobre su tío, a la vez que gritaba “¡asesino!”. Aterrizó sobre él con fuerza y lo obligó a confesar frente a todas las leonas lo que había hecho. Un batallón de hienas saltó sobre Simba. Las leonas saltaron sobre las hienas. Scar aprovechó la pelea y huyó.
Mufasa estaba indignadísimo. Sólo su hermano era capaz de escapar de esa manera cuando las cosas se torcían. Se fijó en que Simba lo estaba buscando, y pensó que podía darle una pequeña ayuda. En el mismo instante en el que su hijo miraba hacia donde estaba Scar, Mufasa rugió en dirección al manantial. Un enorme relámpago iluminó toda la zona, y dejó al cobarde al descubierto. Simba se lanzó a por él. Finalmente, lo acorraló al borde de un precipicio.
-Asesino… No mereces vivir.
Tanto las palabras como el aspecto de Simba le causaron un gran pavor a Scar, que se empequeñeció frente a la poderosa figura de su sobrino.
-Pero, Simba… Soy parte… de la familia… No matarás a tu propio tío, ¿no?
-No, Scar. Yo no soy como tú.
El alivio de su hermano resultó tan evidente que a Mufasa le entraron ganas de reírse de él. Por si no fuera poco, se ofreció para ser vasallo de Simba. Y él le dio una orden bastante clara.
-Huye, Scar. ¡Huye! Huye lejos y no regreses.
-De acuerdo- accedió Scar, avanzando-, si así lo desea su… ¡majestad!
Al gritar eso último golpeó con la pata unas brasas que había en la roca y éstas fueron directas a los ojos de Simba. Él y su padre rugieron: uno de dolor, el otro de indignación por ese truco tan sucio y rastrero.
Scar se lanzó contra Simba con la intención de morderlo en el cuello, pero la melena del joven león impidió que el golpe fuera mortal. Como había sido Scar el primero en atacar, fue Simba el que se llevó los primeros golpes. “Ánimo, hijo, no estás solo” pensó Mufasa. Y Simba pareció oírlo. Empezó a contraatacar y pronto los dos leones estaban enzarzados en una lucha a vida o muerte mientras eran rodeados por enormes llamas. En un descuido de Simba, Scar lo golpeó y lo tiró al suelo. Acto seguido, se lanzó sobre él. Pero su sobrino reaccionó con rapidez. Alzó las patas traseras, amortiguando con ellas el impacto, y luego las impulsó hacia atrás, llevando a Scar con ellas. Su tío cayó por el pequeño barranco y aterrizó bruscamente. Simba se asomó a ver si seguía vivo o había muerto. Pero no tuvo necesidad de rematarlo. Las hienas, enfadadas con él por algún motivo que Mufasa no entendió del todo, lo mataron. Y se fueron.
Comenzó a llover. El agua apagó el incendio, se llevó los restos de los animales muertos y refrescó a Simba. Mufasa sonrió, orgulloso. Luego desvió un momento la vista y miró a Nzuri.
-¿Has sido tú? ¿Has mandado tú esa lluvia?
-Pues claro, ¿lo dudabas?- respondió el león blanco con una sonrisa.
-Oye… Scar, ¿vendrá aquí también?
-Por supuesto, no obstante, será juzgado por lo que hizo.
Mufasa no respondió. Se limitó a mirar de nuevo el manantial, pero la imagen ya no estaba.
-Vamos, hay que ir a buscarlo- dijo Nzuri, mientras echaba a andar.
Suspirando, Mufasa se separó de la laguna y lo siguió.
Scar estaba tan confuso como su hermano cuando llegó al Reino de los Espíritus. Una enorme nada blanca, en la que no había ni tiempo, ni espacio, ni movimiento.
-¿Cómo pudiste hacerlo?
Scar se giró de golpe al oír la voz de su hermano. Allí estaba: tan majestuoso como siempre, y no iba solo. Un imponente león blanco lo acompañaba. Mufasa repitió la pregunta.
-¿Cómo pudiste hacerlo?
-Yo…- empezó Scar.
-Eso no tienes por qué decirlo ahora- lo interrumpió Nzuri, hablando calmadamente-. Espera a la hora del Juicio.
-¿El… el Juicio?- tartamudeó Scar, asustado.
-Sí, los Grandes decidiremos qué castigo imponerte.
-¡No!- protestó.
-No pretenderás haber causado la muerte de tu propio hermano, haber intentado matar a tu sobrino cuando era un cachorro y no darle ninguna libertad a las leonas y salir impune.
Scar abrió la boca para replicar algo, pero Mufasa se adelantó.
-Taka- dijo, provocando que su hermano diera un respingo-, aún no comprendo cómo fuiste capaz de hacerlo, y no puedes pretender que te perdone así como así. Sin embargo, deja que te dé un consejo: las primeras semanas que estés aquí, obedece todo lo que te digan. Y te lo digo como hermano.
Nzuri no dijo nada ni en contra ni a favor de las palabras de Mufasa, pero cuando Scar asintió con precaución y no lo miraba, le hizo un gesto afirmativo.
-En ese caso, vamos.
Y nada más decirlo, desaparecieron.
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Capítulo XIV
Por petición de Mufasa, Scar permaneció aparte hasta su juicio. Al principio a todos le pareció que ese acto por parte de Mufasa era una pequeña venganza hacia su hermano, pero cuando Nzuri le preguntó, le respondió que si lo hubieran dejado por ahí suelto, los reyes que habían escuchado el relato de la muerte de Mufasa lo iban a machacar.
Pocos días después de que lo apartaran, Scar estaba tirado en el suelo, aburrido, cuando entraron Ahadi y Uru. Al verlos entrar, se levantó de un salto.
-Ho… hola- dijo, y bajó la cabeza, avergonzado.
Uru se acercó a él.
-Taka- susurró, provocando que el aludido diera un respingo.
Scar no respondió, sino que se alejó y se fue a la parte más oscura de la cueva, donde se tumbó de espaldas a sus padres.
-Hijo- dijo entonces Ahadi, acercándose-, puedo comprender que esto sea muy nuevo para ti, que notes el rechazo de los reyes por lo que hiciste, incluso que tengas miedo; lo que no logro entender es por qué no quieres hablar ni siquiera con tus padres.
-Suponía que me odiarías por lo que hice.
-Es imposible que no nos hayas decepcionado, pero, ¿odiarte? No, eso no.
Scar se levantó y se giró hacia ellos. Le brillaban los ojos y Uru pensó que ese brillo se parecía sospechosamente al de las lágrimas.
-No fui capaz de arrepentirme ni de matar a Mufasa, ni de engañar a Simba, ni de tratar de matarlo, ni de maltratar a las leonas, ni de nada; y sin embargo ahora estoy comprendiendo todo el mal que hice.
Ahadi y Uru se quedaron sin palabras. En ese momento llegó Mufasa.
-Scar, Nzuri me ha mandado a buscarte- dijo.
-De acuerdo, vamos- respondió, con un leve suspiro.
Los dos hermanos echaron a andar hasta llegar a una enorme montaña, cuya pared, casi vertical, estaba escalonada. En uno de los escalones más altos estaba Nzuri. Según iban estando más cerca del suelo, en los escalones estaban sentados los leones más sabios y justos. Mufasa distinguió a Jasiri en uno de los escalones del medio.
Al ver llegar a Scar, todos los leones que no estaban en los escalones comenzaron a rugir.
-Ven- le dijo Mufasa a su hermano.
Juntos, se escabulleron hasta detrás de la montaña.
Mientras, en el otro lado, Nzuri rugió para acallar a todos los leones que se agrupaban a su alrededor. A regañadientes, todos cerraron el hocico. La llegada de Scar había provocado mucha agitación y Nzuri tenía problemas para mantener la calma en el Reino de los Espíritus.
Cuando todos los leones se callaron, Nzuri habló:
-Os recuerdo que aquí para juzgar a Taka, más conocido como Scar.
Mientras el león blanco hablaba, Mufasa se alejó un poco. Hacía tiempo que no se asomaba a ver cómo le iban las cosas a Simba. Triste, se despidió de Scar y se fue a dar un paseo. Inconscientemente, sus pasos lo llevaron hasta Gazebo. Entonces pensó que no había nada malo en echar un vistazo. Se asomó y rastreó los alrededores de la Roca del Rey. Vio a Nala tumbada en el interior de la cueva, con una radiante sonrisa de felicidad en la cara. Buscando por los alrededores, encontró a Simba. Estaba paseando con Rafiki por la sabana.
-Estoy muy feliz- decía el nuevo rey-, pero Nala y yo aún estamos indecisos con respecto al nombre.
-¿Qué habéis propuesto?
-A Nala le gustaban para chica Kiara, Seshru o Maisha; y para chico prefería Rangi, Kitabu, Kusoma o Kopa.
-¿Kopa? Ese es un nombre bonito, me gusta.
-¿Tú crees? El príncipe Kopa… sí, suena bien.
Aunque Mufasa llevaba un rato sospechándolo, eso lo hizo comprender: ¡Simba y Nala iban a tener un hijo!
-¿Y si es chica?
-Seshru no me convence, elegid entre Kiara y Maisha.
Mufasa sonrió. Antes le había sorprendido que Nala, con lo activa que era, estuviese echada en la cueva, pero ahora lo entendía todo. Le debían quedar menos de tres semanas para dar a luz al futuro heredero del reino.
-¡Eh, Mufasa!
Reconoció la voz de Harabi, que estaba jadeando.
-Nzuri me ha mandado a buscarte, el juicio va a empezar.
La alegría que había inundado por dentro a Mufasa se esfumó al ser reemplazada por todas las preocupaciones. Suspirando, apartó la mirada del manantial y se fue con él de vuelta a la Montaña del Juicio.
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Capítulo XV
Scar estaba sentado en el centro de un círculo dibujado con tierra roja sobre la verde hierba. Algunos leones que se encargaban de la seguridad estaban alrededor, dejando un margen de separación para no agobiar al acusado. Para evitar conflictos, Nzuri había preferido que, a excepción de los Grandes, tan sólo estuvieran presentes Ahadi, Uru, Mohatu, algún que otro león de los más calmados y, por supuesto, Mufasa.
-Vamos a dar comienzo al Juicio- dijo Nzuri con una voz clara, limpia y pura-. ¿Estamos todos listos?
Todos los presentes asintieron con la cabeza.
-En ese caso- continuó-, doy por iniciada la sesión. En primer lugar, oiremos el testimonio del anterior rey, Mufasa.
Al oír su nombre, el aludido se adelantó unos pasos. Luego comenzó a hablar. Relató toda la historia de su muerte, de la traición de su hermano, de la vida de Simba… Todo ello le llevó sus buenas dos horas, pero durante todo ese tiempo, todos los Grandes le prestaron suma atención.
-Bien- dijo Nzuri cuando Mufasa hubo acabado-, es el turno de que hable Scar- se giró hacia él y lo miró-. Por favor, cuéntanos todo.
-Yo… supongo que todo empezó cuando nuestro padre decidió que Mufasa sería el rey. Desde entonces siempre le prestaba más atención a él, y aunque siempre supe que era lógico, no podía sino sentirme excluido. Sin embargo, conservaba la esperanza de que algún día sería digno de ser el rey. Pero tras hacerme la cicatriz la sensación de desplazo era aún mayor. La gota que colmó el vaso fue Simba. Al nacer él, mis posibilidades de convertirme en rey eran nulas. La idea se me subió a la cabeza, así que hablé con las hienas. Las propuse que me ayudaran a conseguir el trono a cambio de un lugar en el reino y comida todos los días.
Scar acabó su relato con un nudo en la garganta. Nzuri estaba tumbado, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en las patas delanteras, pero unos segundos después de que Taka finalizara, se incorporó.
-Bien, ahora hablaremos sobre la condena. Por favor, los presentes que no pertenezcan a los Grandes, iros a la otra ladera.
El primero en salir fue Ahadi. La historia de su hijo lo había hecho sentir un poco culpable, y quería hablarlo con él. Cuando vio que Scar entraba en la pequeña cueva, les pidió a los demás que no molestaran y entró tras él.
-¿Qué quieres?
-Hablar. ¿Tú…? ¿De veras te sentías tan desplazado?
-Ah, hablar de eso. Pues sí, aunque ahora estoy entendiendo que, en el fondo, era necesario.
-Deberías saber que elegir entre vosotros dos quién sería el rey fue la decisión más difícil de mi vida.
-Ya, lo imaginaba.
-¿Me perdonas, entonces?
-Sí, Mufasa ha sido mucho mejor rey que yo.
Y así quedó la cosa.
Unos minutos más tarde, Jasiri se acercó.
-Ya hemos hablado, venid conmigo. Y no hagáis preguntas.
A Mufasa le sorprendió que estuviera tan serio, con lo alegre y activo que era él. Preocupado, obedeció. Jasiri los guió de vuelta al juicio y allí volvieron a ponerse todos donde habían estado antes.
-Este es tu castigo- le dijo Nzuri a Scar, y rugió hacia él. Una especie de destello salió de su hocico y envolvió al león. Apenas dos segundos después, había desaparecido.
-¿Qué ha pasado?- exclamó Mufasa, horrorizado.
-No te preocupes, estará bien. Revivirá su vida, pero sintiendo todo el daño que le ha causado en los demás leones en su propia piel. Es lo más justo.
Mufasa no se atrevió a replicar. Simplemente se marchó a pasear. Un torbellino de emociones lo recorrían por dentro, y el paisaje de su alrededor cambiaba constantemente. Estaba pensando en sus cosas cuando se topó con una leona que no conocía.
-Hola- dijo ella con una sonrisa-. Tú eres Mufasa, ¿no?
-Sí, ¿y tú eres…?
-Soy Karoti. ¿Por qué no vas a ver el nacimiento de tu nieto?
Mufasa ladeó la cabeza, confundido.
-Pero… a Nala aún le quedaba casi un mes.
Karoti sonrió.
-Ah, el tiempo aquí o es lo que parece…
-¿Entonces va a nacer ya?
-Exacto.
-No me lo puedo perder.
Mufasa echó a correr hacia Gazebo, pero antes de irse, se giró.
-Muchas gracias, Karoti, es un placer haberte conocido.
-El placer es mío.
Mufasa le dedicó una última sonrisa antes de irse por completo. Corrió con todas sus fuerzas para no perderse el nacimiento de su nieto… o nieta, aún no se sabía. Finalmente, llegó al manantial. Se asomó justo a tiempo de ver como de Nala salía una cabecita, una pata, dos patas, un cuerpecito, otras dos patas, una colita… y un todo ello acababa formando un cachorro.
Nala le dio un suave lametón a su pequeño, y luego lo atrajo lentamente hacia ella. Simba entró corriendo en la cueva. Venía jadeando, exhausto de la carrera que se había dado para llegar a tiempo. Detrás de él entraron Timón y Pumba.
-¿Ha nacido ya?
-Sí. Ven…
Simba se acercó a Nala, y ésta apartó un poco la pata para que viera mejor.
-Es precioso- susurró Simba-. Hola… hola, Kopa.
En ese momento, el joven príncipe se giró y abrió sus ojitos.
-Parece que le gusta su nombre- dijo Pumba, feliz.
Simba y Nala se miraron, radiantes de felicidad, y volvieron a centrar su atención en su hijo.
-Tiene tus mismos ojos- hizo notar Nala, lamiendo de nuevo a Kopa.
-Sí…
-Es clavadito a ti cuando naciste, hijo- dijo Sarabi, que acababa de entrar.
-Habrá que darle una buena educación, y nosotros nos encargaremos- le dijo Timón a Pumba.
Simba abrazó a su madre y miró de nuevo a su cachorro.
-¡Oh! Se durmió.
En ese momento entró Rafiki, apoyado en su bastón.
-Dejad que duerma durante un par de horas mientras los animales vienen a su presentación.
Mufasa se separó un poco del agua. Sarabi tenía razón: el pequeño Kopa era igual que Simba. Sonriendo, decidió que no haría falta que algún animal llevara la noticia, él mismo se encargaría. Como ya hizo antaño, levantó una suave brisa con la que recogió los pétalos y hojas que hicieron que Rafiki supiera que Simba vivía; luego, los llevó hasta la Roca del Rey, donde dejó que cogieran el olor de los reyes y el príncipe. Por último, lo llevó por todo el reino. Al principio, los animales se sorprendían mucho, pero luego lo comprendían y marchaban hacia la Roca.
Al finalizar su tarea, Mufasa sonrió, olvidó todas sus preocupaciones, y se preparó para la presentación de su nieto.
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He puesto muchos capítulos para compensar todo el tiempo que llevo sin poner ninguno jeje Espero que siga gustando .)
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Jeje que bueno que continuaras tu historia Simba Hakuna Matata
Muy buenos capítulos, espero con ansias los siguientes capítulos
Saludos
Muy buenos capítulos, espero con ansias los siguientes capítulos
Saludos
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
sigue asi, k tu cratividad no tenga limites
ziiara- Segundo nivel
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Localización : mexico
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
jeje Sigues muy bien Simba HM!
me gustan tus capitulos!
sigue y no pares!
Rugi2
para el proximo cap.
me gustan tus capitulos!
sigue y no pares!
Rugi2
para el proximo cap.
Shentani1- Segundo nivel
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Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Muy buenos todos los capitulos. Espero que continues.
Taka/Scar- Nivel inicial
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Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
porfavor pon el que sigue D:
ziiara- Segundo nivel
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Localización : mexico
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Perdón por la tardanza, tenía este foro muy olvidado :$
Capítulo XVI
El tiempo pasó rápido. El pequeño Kopa creció y se convirtió en un cachorro travieso, muy parecido a su padre tanto física como psicológicamente. Mufasa ya no pasaba tanto tiempo mirando lo que ocurría por allí, consideraba que Simba era ya un rey en perfectas condiciones para gobernar sin su ayuda.
Un día iba paseando con Jasiri, hablando de cualquier cosa que se les pasara por la cabeza, cuando inconscientemente llegaron a Gazebo.
-¿Cuánto hace que no te asomas?
-Ni idea, bastante.
-¿Ya pasas un poco del reino o qué?- dijo riendo Jasiri.
Mufasa resopló a la vez que sonreía, luego replicó:
-Claro que me importa, pero confío en Simba.
-Debo darte un consejo- dijo Jasiri, repentinamente serio-. Vigila a Zira.
-¿Zira? Ese nombre me suena mucho.
-Era novia de Scar.
-Ah, ya decía yo…
-Mufasa, puede que Simba y toda la manada ya hayan olvidado a tu hermano, pero ella no lo ha hecho. Está esperando el momento oportuno para atacar.
-Voy a echar un vistazo- se resignó.
Los dos leones se asomaron al manantial y echaron un vistazo a las Tierras del Reino. Todo estaba en orden. Simba hacía su ronda por el reino, Nala, Sarabi, Sarafina y otras dos leonas estaban de caza y Kopa… Kopa estaba jugando con un cachorro delgaducho, de color marrón oscuro, y con una cachorra de tonalidad algo oscura, pero no tanto como el otro.
-¿Quiénes son esos dos?
Aunque era una pregunta para sí mismo, Mufasa la hizo en voz alta.
-Nuka y Vitani- respondió Jasiri-. Son hijos de Scar y Zira. Vitani tiene la edad de Kopa, Nuka es algo mayor.
-Sí que estás enterado.
-Últimamente me ha dado por asomarme, llevo días con un mal presentimiento.
-Oh.
Dejaron de hablar y se concentraron en los cachorros. Estaban jugando a perseguirse los unos a los otros y a pelearse en cuanto se pillaban. Tras observarlos un rato, Mufasa se separó del agua.
-No creo que haya una amenaza tan grave como tú dices.
-Temo por Kopa. Simba lo quiere muchísimo, si Zira pretende vengarse de una manera fácil y eficaz, lo matará.
-Deja de decir tonterías- dijo Mufasa, molesto, mientras daba media vuelta.
-Yo te he avisado.
Y ahí quedó la cosa.
Mientras tanto, cerca de la Roca del Rey, Zira caminaba de un lado a otro, furiosa, mientras Kovu, por aquel entonces apenas un recién nacido, la miraba con sus ojillos verdes.
“Simba pagará por lo que hizo, ya lo creo que lo hará” pensaba la leona. En ese momento llegaron Nala y Sarabi charlando alegremente. A Zira le entró un instinto asesino, pero se contuvo y las saludó.
-Hola, Zira- respondió Nala, sonriendo.
-¿De qué hablabais?- preguntó la leona, aunque no le importaba en absoluto.
-Simba y Nala esperan otro hijo- dijo Sarabi, con una radiante sonrisa.
-Oh, vaya, enhorabuena.
Dicho eso, Zira dio media vuelta, cogió a Kovu delicadamente y se marchó.
“Otro más… Otro más a quien eliminar”
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Capítulo XVII
Aunque Mufasa no quería admitirlo, las advertencias de Jasiri lo habían preocupado bastante. Había vuelto a su rutina de estar casi todo el día asomado, vigilando a Zira y cuidando en silencio a la manada. Jasiri solía estar con él.
Unos días después, finalmente Nala dio a luz a su segundo cachorro. A Mufasa le alegró saber que era una hembra.
-¿Qué nombre le pondremos al final?- preguntó la reina, dándole un cariñoso lametón a su bebé.
-Aún dudo entre dos nombres- respondió Simba-. Hay que elegir: Kiara o Maisha.
-Me gustan mucho los dos.
-¿Y si dejamos que elija su hermano mayor?- propuso Pumba.
-Pff, es la peor idea que he oído en mi vida- resopló Timón-… ¡Eh, espera, tengo una idea! ¿Por qué no elige el nombre Kopa? A fin de cuantas, se trata de su hermanita.
-Buena idea, chicos, iré a buscarlo- dijo Sarabi, saliendo de la cueva.
En lo alto, Mufasa sonrió. La manada se rehacía, pese al pesimismo de Jasiri. Siguió con la vista a Sarabi, y se dio cuenta de que se la veía más débil, más cansada, más vieja. Eso lo entristeció un poco.
Sarabi encontró a los cachorros correteando cerca del desfiladero. Kopa y Vitani se habían aliado contra Nuka, que huía de los dos amigos, quienes trataban de cortarle la retirada y derribarlo. Finalmente, lo consiguieron, y Sarabi fue a separarlos antes de que se hicieran daño.
-¿No crees que hacen buena pareja?
La pregunta de Jasiri sobresaltó a Mufasa, que se había quedado embobado.
-¿Vitani y Kopa? Sí, hasta parece que se gustan.
Los dos leones rieron un rato, y luego volvieron a mirar. Ya estaban todos en la cueva y miraban a Kopa, expectantes.
-Kiara o Maisha… Creo que es más bonito Kiara.
-Pues tu hermanita se llamará Kiara- proclamó Simba.
La felicidad era casi palpable. Sin embargo, nadie, ni siquiera Mufasa o Jasiri, se percató de que Zira, en la entrada de la cueva, esbozaba una sonrisa siniestra.
“Sólo los machos pueden ser reyes… Sin el principito, ¿quién será el heredero?”
Miró a todos los presentes una vez más y se marchó, pensando en la mejor manera de matar al joven Kopa.
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Capítulo XVII
-Estás muy obsesionado con Zira, hijo.
-¿Por qué no me crees, papá? Estoy convencidísimo de que planea algo.
-No me vengas con cuentos, Jasiri.
-Pues Mufasa está de acuerdo conmigo.
-Oh, y eso te da la razón.
Jasiri no replicó nada. Miró muy enfadado a su padre. Nzuri estaba empezando a perder la paciencia, algo muy raro en él. Llevaban ya un buen rato discutiendo, y ninguno conseguía convencer al otro. Los dos eran muy tercos.
-No vas a impedirnos que la vigilemos- dijo por fin Jasiri.
-Oh, ya lo creo que sí.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Cerrar la entrada a Gazebo?
-Por ejemplo. Se me ocurren miles de posibilidades más.
-¿Se puede saber de qué demonios habláis?
-Hola, Mufasa- saludó Jasiri-. Resulta que cierto león blancucho no se cree que Zira quiera vengar a Scar.
Nzuri miró amenazadoramente a su hijo, pero él lo ignoró por completo. Mufasa bajó la mirada, pensativo.
-Lo cierto es que yo tampoco lo creo del todo…
Jasiri lo miró, ofendido e indignado al mismo tiempo, a la vez que Nzuri sonreía victorioso.
-He oído gritos- dijo de repente una voz detrás del león blanco.
La misma leona que avisó a Mufasa de que Kopa iba a nacer se metió entre Nzuri y Jasiri.
-Hola, Karoti- saludó Nzuri.
-No te metas tú también, mamá- protestó Jasiri.
-Me gustaría saber por qué discutís.
Suspirando, entre los dos comenzaron a explicárselo.
Mientras tanto, en la Roca del Rey, Kopa se despertó. Aún no había amanecido y una espesa niebla cubría todo el reino. Con ansias de explorar, el joven príncipe se levantó, poniendo mucho cuidado en no despertar a sus padres, y salió al exterior. En el fondo de la cueva brillaron dos ojos ambarinos sedientos de venganza.
Kopa correteaba por el reino, riendo, mientras pensaba que tenía que ir a llamar a Vitani para jugar al escondite. De repente, el enorme desfiladero apareció frente a él y por poco se mata. Cuando se recobró del susto, soltó una risita y se giró.
-¡¡Aaaaah!!!
Zira había salido de la nada justo delante de él y lo había asustado.
-Jajaja me has asustado.
-Oh… ¿Qué haces aquí tan… solito?
-Vi la niebla y salí a verla. ¡Es genial!
-No preguntaba eso- respondió Zira con brusquedad.
-Ah.
Kopa se estaba asustando un poco y retrocedió un par de pasos, pero la leona recuperó la distancia.
-Preguntaba si estás solo.
-Pu-Pues sí- tartamudeó el cachorro.
-¿Tienes miedo?- preguntó Zira, con una sonrisa malvada.
-U-un poco.
-¡Mejor!
Al exclamar eso, Zira golpeó al cachorro con sus garras y lo envió a dos o tres metros de allí. Aturdido por el golpe, Kopa se levantó como pudo. Vio que Zira se acercaba a él dispuesta a acabar la tarea. El miedo lo paralizó. Pero cuando la leona levantó su pata para descargar un segundo golpe, reaccionó y echó a correr todo lo rápido que podía. Sin molestarse en acelerar, Zira lo siguió. Procurando ser lo más sigiloso posible, Kopa se ocultó detrás de una roca. Su perseguidora se detuvo, un poco confusa. Lo había perdido. “Tengo que hacerlo salir, si no se chivará y Simba me matará” pensó, furiosa.
-Parece que te apetece jugar al escondite… No sé por qué lo haces, a nadie le importará que mueras…
Hecho un ovillo, Kopa apretó los dientes. “No la sigas el juego, no lo hagas” se repetía una y otra vez.
-Especialmente Vitani- continuó Zira, sabiendo que acababa de poner el dedo en la llaga-, creo que hasta se alegrará al enterarse.
Eso fue demasiado para Kopa.
-¡¡¡NOOO!!!
En cuanto oyó el grito, Zira se lanzó hacia él. Atacó sin piedad, olvidando que luchaba contra un cachorro que apenas se podía defender. Con sus últimas fuerzas, Kopa dio un salto y se alejó. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salían de su boca. Finalmente pudo articular algo:
-¿Po-por qué?
-¡Mi misión es vengar a Scar, y lo haré golpeando a Simba donde más le duele!
Kopa abrió mucho los ojos mientras la amenazadora sombra de la leona se cernía sobre él…
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Capítulo XVIII
Pese a la intervención de Karoti, Nzuri y Jasiri no habían parado de discutir. Cada vez gritaban más alto, a veces rugían con fuerza y se mostraban los colmillos. Mufasa y Karoti contemplaban la escena, incapaces de creérselo. De repente, la pelea se vio bruscamente interrumpida por un grito helador que venía de la lejanía:
-¡¡¡NOOO!!!
Los cuatro se giraron de golpe al oír el grito.
-Es Kopa- dijo Mufasa en un susurro.
Sin parar a pensarlo, salieron corriendo hacia Gazebo. A pesar de que Mufasa era el más lento, esa vez llegó el primero. Se asomó con rapidez, intentando pensar que sólo había sido una pesadilla, una inofensiva pesadilla…
Nala despertó de golpe. Un grito resonaba en sus oídos. Pero sólo era un sueño. ¿O no? Se giró para darle un beso a Kopa. No estaba. La leona se levantó de un salto.
-¡Kopa!
El grito despertó a Simba y al resto de la manada.
-¿Eh? ¿Qué pasa?- preguntó Simba, adormilado.
-Kopa no está- respondió Nala, a la vez que salía de un salto de la cueva. Eso bastó para despertarlos a todos por completo. Salieron a toda prisa de la cueva y Simba se encargó de que, en grupos de dos, rastrearan toda la zona. Empezó a llover.
Al cabo de un rato Sarabi y Sarafina encontraron a Kopa. Su cuerpo, inerte, estaba tirado en un charco de barro. Sus bigotitos estaban doblados. Estaba cubierto de heridas. Sarabi se quedó a su lado mientras Sarafina iba a buscar a los padres del cachorro.
Mufasa no podía creer lo que había pasado. Kopa… A su lado, Jasiri reaccionó y se volvió contra su padre:
-¡Te lo dije! ¡Apostaría todo lo que fuera por que ha sido Zira!
Nzuri no respondió. Contempló con tristeza el cadáver del príncipe. Finalmente, habló:
-Deberíamos ir a recibirlo, estará muy perdido.
Dio media vuelta y empezó a andar, pero Mufasa no lo siguió. Seguía mirando lo que pasaba.
Simba y Nala llegaron con rapidez. Los dos lloraron amargamente la muerte de su hijo, luego se fueron, para dejar a su cuerpo descansar y que el Ciclo de la Vida siguiera su curso. Llegaron a la Roca del Rey muy entristecidos. Soltando pequeños maullidos, Kiara, que apenas podía andar, se acercó, pero Nala la ignoró y se dejó caer en el fondo de la cueva. En ese momento llegó Zira. Simba se giró al oírla, y la sospecha se dejó ver en su cara.
-¿Sabes algo de Kopa?
-¿Yo? ¿Por qué iba a saberlo?
La mirada de Simba bajó de la cara de Zira a sus patas. Aún estaban manchadas de sangre. Rugiendo de ira, se abalanzó sobre ella. La derribó y puso sus afiladas garras sobre su cuello.
-No intentes engañarme, tienes en las patas la sangre de mi hijo.
Nada más pronunciar el rey estas palabras, Nala lo apartó de un empujón, y habría matado a Zira de no haberse interpuesto de nuevo Simba.
-Jujuju si me matáis, dejaréis a tres cachorros huérfanos- se burló Zira con una risita malvada.
Simba la miró con odio, luego, rugiendo de frustración dio media vuelta. Zira se rió.
-Lo sabía, eres demasiado noble para eso.
-No- dijo Simba en un susurro, luego habló más alto-. No, tengo un castigo para ti peor que la muerte- se giró y la miró fijamente-. ¡Destierro!
Parecía que Zira ya lo esperaba, pues no se lamentó mucho.
-Que alguien vaya a por Nuka, Vitani y Kovu- ordenó Simba.
Sarafina asintió y corrió hacia la cueva.
-¡Mufasa!
Era como la quinta vez que Nzuri lo llamaba, pero el león no reaccionaba. Suspirando, Jasiri se acercó.
-A mí también me duele, pero debes aceptarlo, Kopa está muerto.
-¡NO!
Al gritar eso, Mufasa saltó al agua, nadó con fuerza hacia el fondo y de repente estaba al lado del cuerpo de Kopa. El espíritu del cachorro estaba rondando a su lado, desconcertado. Con delicadez, Mufasa lo cogió, lo depositó sobre su cuerpo sin vida… y el pequeño corazón latió de nuevo, los párpados se abrieron, y el cachorro volvió a la vida. Sorprendidísimo, Kopa se levantó. Hizo una mueca de dolor, las heridas era muy recientes. Se miró todo el cuerpo para asegurarse de que seguía vivo y luego miró a su salvador. Mufasa sonreía. De repente, la voz de Nzuri resonó en su cabeza:
-Eso va contra las leyes de la Naturaleza, no debiste hacerlo.
-Gracias, muchísimas gracias- dijo Kopa, visiblemente emocionado. Se disponía a correr hacia su casa cuando Karoti apareció frente a él y lo detuvo.
-No puedes- dijo, un poco triste-. Todos creen que has muerto, debes vivir al menos hasta que seas adulto lejos de aquí.
Kopa la miró, primero con asombro, luego con tristeza, por último con comprensión.
-Su-supongo que es lo lógico- suspiró.
-Estás débil, yo te llevaré hasta el bosque, luego te las tendrás que apañar solo. Y en cuanto a ti- se giró hacia Mufasa-, eso ha sido una estupidez, Nzuri te va a echar una buena bronca.
-Me da igual. Buena suerte, Kopa. Tu abuelo Mufasa te estará cuidando desde lo alto, no lo olvides.
Kopa sonrió. Luego, Mufasa ascendió y Karoti se llevó a Kopa.
Mientras tanto, en las Tierras Oscuras, Zira planeaba nuevas formas de vengarse, Nuka observada aburrido a Kovu y Vitani se deshacía en lágrimas por la (supuesta) muerte de Kopa.
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De nuevo, perdón por haceros esperar tanto, espero que os gusten (:
Capítulo XVI
El tiempo pasó rápido. El pequeño Kopa creció y se convirtió en un cachorro travieso, muy parecido a su padre tanto física como psicológicamente. Mufasa ya no pasaba tanto tiempo mirando lo que ocurría por allí, consideraba que Simba era ya un rey en perfectas condiciones para gobernar sin su ayuda.
Un día iba paseando con Jasiri, hablando de cualquier cosa que se les pasara por la cabeza, cuando inconscientemente llegaron a Gazebo.
-¿Cuánto hace que no te asomas?
-Ni idea, bastante.
-¿Ya pasas un poco del reino o qué?- dijo riendo Jasiri.
Mufasa resopló a la vez que sonreía, luego replicó:
-Claro que me importa, pero confío en Simba.
-Debo darte un consejo- dijo Jasiri, repentinamente serio-. Vigila a Zira.
-¿Zira? Ese nombre me suena mucho.
-Era novia de Scar.
-Ah, ya decía yo…
-Mufasa, puede que Simba y toda la manada ya hayan olvidado a tu hermano, pero ella no lo ha hecho. Está esperando el momento oportuno para atacar.
-Voy a echar un vistazo- se resignó.
Los dos leones se asomaron al manantial y echaron un vistazo a las Tierras del Reino. Todo estaba en orden. Simba hacía su ronda por el reino, Nala, Sarabi, Sarafina y otras dos leonas estaban de caza y Kopa… Kopa estaba jugando con un cachorro delgaducho, de color marrón oscuro, y con una cachorra de tonalidad algo oscura, pero no tanto como el otro.
-¿Quiénes son esos dos?
Aunque era una pregunta para sí mismo, Mufasa la hizo en voz alta.
-Nuka y Vitani- respondió Jasiri-. Son hijos de Scar y Zira. Vitani tiene la edad de Kopa, Nuka es algo mayor.
-Sí que estás enterado.
-Últimamente me ha dado por asomarme, llevo días con un mal presentimiento.
-Oh.
Dejaron de hablar y se concentraron en los cachorros. Estaban jugando a perseguirse los unos a los otros y a pelearse en cuanto se pillaban. Tras observarlos un rato, Mufasa se separó del agua.
-No creo que haya una amenaza tan grave como tú dices.
-Temo por Kopa. Simba lo quiere muchísimo, si Zira pretende vengarse de una manera fácil y eficaz, lo matará.
-Deja de decir tonterías- dijo Mufasa, molesto, mientras daba media vuelta.
-Yo te he avisado.
Y ahí quedó la cosa.
Mientras tanto, cerca de la Roca del Rey, Zira caminaba de un lado a otro, furiosa, mientras Kovu, por aquel entonces apenas un recién nacido, la miraba con sus ojillos verdes.
“Simba pagará por lo que hizo, ya lo creo que lo hará” pensaba la leona. En ese momento llegaron Nala y Sarabi charlando alegremente. A Zira le entró un instinto asesino, pero se contuvo y las saludó.
-Hola, Zira- respondió Nala, sonriendo.
-¿De qué hablabais?- preguntó la leona, aunque no le importaba en absoluto.
-Simba y Nala esperan otro hijo- dijo Sarabi, con una radiante sonrisa.
-Oh, vaya, enhorabuena.
Dicho eso, Zira dio media vuelta, cogió a Kovu delicadamente y se marchó.
“Otro más… Otro más a quien eliminar”
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Capítulo XVII
Aunque Mufasa no quería admitirlo, las advertencias de Jasiri lo habían preocupado bastante. Había vuelto a su rutina de estar casi todo el día asomado, vigilando a Zira y cuidando en silencio a la manada. Jasiri solía estar con él.
Unos días después, finalmente Nala dio a luz a su segundo cachorro. A Mufasa le alegró saber que era una hembra.
-¿Qué nombre le pondremos al final?- preguntó la reina, dándole un cariñoso lametón a su bebé.
-Aún dudo entre dos nombres- respondió Simba-. Hay que elegir: Kiara o Maisha.
-Me gustan mucho los dos.
-¿Y si dejamos que elija su hermano mayor?- propuso Pumba.
-Pff, es la peor idea que he oído en mi vida- resopló Timón-… ¡Eh, espera, tengo una idea! ¿Por qué no elige el nombre Kopa? A fin de cuantas, se trata de su hermanita.
-Buena idea, chicos, iré a buscarlo- dijo Sarabi, saliendo de la cueva.
En lo alto, Mufasa sonrió. La manada se rehacía, pese al pesimismo de Jasiri. Siguió con la vista a Sarabi, y se dio cuenta de que se la veía más débil, más cansada, más vieja. Eso lo entristeció un poco.
Sarabi encontró a los cachorros correteando cerca del desfiladero. Kopa y Vitani se habían aliado contra Nuka, que huía de los dos amigos, quienes trataban de cortarle la retirada y derribarlo. Finalmente, lo consiguieron, y Sarabi fue a separarlos antes de que se hicieran daño.
-¿No crees que hacen buena pareja?
La pregunta de Jasiri sobresaltó a Mufasa, que se había quedado embobado.
-¿Vitani y Kopa? Sí, hasta parece que se gustan.
Los dos leones rieron un rato, y luego volvieron a mirar. Ya estaban todos en la cueva y miraban a Kopa, expectantes.
-Kiara o Maisha… Creo que es más bonito Kiara.
-Pues tu hermanita se llamará Kiara- proclamó Simba.
La felicidad era casi palpable. Sin embargo, nadie, ni siquiera Mufasa o Jasiri, se percató de que Zira, en la entrada de la cueva, esbozaba una sonrisa siniestra.
“Sólo los machos pueden ser reyes… Sin el principito, ¿quién será el heredero?”
Miró a todos los presentes una vez más y se marchó, pensando en la mejor manera de matar al joven Kopa.
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Capítulo XVII
-Estás muy obsesionado con Zira, hijo.
-¿Por qué no me crees, papá? Estoy convencidísimo de que planea algo.
-No me vengas con cuentos, Jasiri.
-Pues Mufasa está de acuerdo conmigo.
-Oh, y eso te da la razón.
Jasiri no replicó nada. Miró muy enfadado a su padre. Nzuri estaba empezando a perder la paciencia, algo muy raro en él. Llevaban ya un buen rato discutiendo, y ninguno conseguía convencer al otro. Los dos eran muy tercos.
-No vas a impedirnos que la vigilemos- dijo por fin Jasiri.
-Oh, ya lo creo que sí.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Cerrar la entrada a Gazebo?
-Por ejemplo. Se me ocurren miles de posibilidades más.
-¿Se puede saber de qué demonios habláis?
-Hola, Mufasa- saludó Jasiri-. Resulta que cierto león blancucho no se cree que Zira quiera vengar a Scar.
Nzuri miró amenazadoramente a su hijo, pero él lo ignoró por completo. Mufasa bajó la mirada, pensativo.
-Lo cierto es que yo tampoco lo creo del todo…
Jasiri lo miró, ofendido e indignado al mismo tiempo, a la vez que Nzuri sonreía victorioso.
-He oído gritos- dijo de repente una voz detrás del león blanco.
La misma leona que avisó a Mufasa de que Kopa iba a nacer se metió entre Nzuri y Jasiri.
-Hola, Karoti- saludó Nzuri.
-No te metas tú también, mamá- protestó Jasiri.
-Me gustaría saber por qué discutís.
Suspirando, entre los dos comenzaron a explicárselo.
Mientras tanto, en la Roca del Rey, Kopa se despertó. Aún no había amanecido y una espesa niebla cubría todo el reino. Con ansias de explorar, el joven príncipe se levantó, poniendo mucho cuidado en no despertar a sus padres, y salió al exterior. En el fondo de la cueva brillaron dos ojos ambarinos sedientos de venganza.
Kopa correteaba por el reino, riendo, mientras pensaba que tenía que ir a llamar a Vitani para jugar al escondite. De repente, el enorme desfiladero apareció frente a él y por poco se mata. Cuando se recobró del susto, soltó una risita y se giró.
-¡¡Aaaaah!!!
Zira había salido de la nada justo delante de él y lo había asustado.
-Jajaja me has asustado.
-Oh… ¿Qué haces aquí tan… solito?
-Vi la niebla y salí a verla. ¡Es genial!
-No preguntaba eso- respondió Zira con brusquedad.
-Ah.
Kopa se estaba asustando un poco y retrocedió un par de pasos, pero la leona recuperó la distancia.
-Preguntaba si estás solo.
-Pu-Pues sí- tartamudeó el cachorro.
-¿Tienes miedo?- preguntó Zira, con una sonrisa malvada.
-U-un poco.
-¡Mejor!
Al exclamar eso, Zira golpeó al cachorro con sus garras y lo envió a dos o tres metros de allí. Aturdido por el golpe, Kopa se levantó como pudo. Vio que Zira se acercaba a él dispuesta a acabar la tarea. El miedo lo paralizó. Pero cuando la leona levantó su pata para descargar un segundo golpe, reaccionó y echó a correr todo lo rápido que podía. Sin molestarse en acelerar, Zira lo siguió. Procurando ser lo más sigiloso posible, Kopa se ocultó detrás de una roca. Su perseguidora se detuvo, un poco confusa. Lo había perdido. “Tengo que hacerlo salir, si no se chivará y Simba me matará” pensó, furiosa.
-Parece que te apetece jugar al escondite… No sé por qué lo haces, a nadie le importará que mueras…
Hecho un ovillo, Kopa apretó los dientes. “No la sigas el juego, no lo hagas” se repetía una y otra vez.
-Especialmente Vitani- continuó Zira, sabiendo que acababa de poner el dedo en la llaga-, creo que hasta se alegrará al enterarse.
Eso fue demasiado para Kopa.
-¡¡¡NOOO!!!
En cuanto oyó el grito, Zira se lanzó hacia él. Atacó sin piedad, olvidando que luchaba contra un cachorro que apenas se podía defender. Con sus últimas fuerzas, Kopa dio un salto y se alejó. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salían de su boca. Finalmente pudo articular algo:
-¿Po-por qué?
-¡Mi misión es vengar a Scar, y lo haré golpeando a Simba donde más le duele!
Kopa abrió mucho los ojos mientras la amenazadora sombra de la leona se cernía sobre él…
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Capítulo XVIII
Pese a la intervención de Karoti, Nzuri y Jasiri no habían parado de discutir. Cada vez gritaban más alto, a veces rugían con fuerza y se mostraban los colmillos. Mufasa y Karoti contemplaban la escena, incapaces de creérselo. De repente, la pelea se vio bruscamente interrumpida por un grito helador que venía de la lejanía:
-¡¡¡NOOO!!!
Los cuatro se giraron de golpe al oír el grito.
-Es Kopa- dijo Mufasa en un susurro.
Sin parar a pensarlo, salieron corriendo hacia Gazebo. A pesar de que Mufasa era el más lento, esa vez llegó el primero. Se asomó con rapidez, intentando pensar que sólo había sido una pesadilla, una inofensiva pesadilla…
Nala despertó de golpe. Un grito resonaba en sus oídos. Pero sólo era un sueño. ¿O no? Se giró para darle un beso a Kopa. No estaba. La leona se levantó de un salto.
-¡Kopa!
El grito despertó a Simba y al resto de la manada.
-¿Eh? ¿Qué pasa?- preguntó Simba, adormilado.
-Kopa no está- respondió Nala, a la vez que salía de un salto de la cueva. Eso bastó para despertarlos a todos por completo. Salieron a toda prisa de la cueva y Simba se encargó de que, en grupos de dos, rastrearan toda la zona. Empezó a llover.
Al cabo de un rato Sarabi y Sarafina encontraron a Kopa. Su cuerpo, inerte, estaba tirado en un charco de barro. Sus bigotitos estaban doblados. Estaba cubierto de heridas. Sarabi se quedó a su lado mientras Sarafina iba a buscar a los padres del cachorro.
Mufasa no podía creer lo que había pasado. Kopa… A su lado, Jasiri reaccionó y se volvió contra su padre:
-¡Te lo dije! ¡Apostaría todo lo que fuera por que ha sido Zira!
Nzuri no respondió. Contempló con tristeza el cadáver del príncipe. Finalmente, habló:
-Deberíamos ir a recibirlo, estará muy perdido.
Dio media vuelta y empezó a andar, pero Mufasa no lo siguió. Seguía mirando lo que pasaba.
Simba y Nala llegaron con rapidez. Los dos lloraron amargamente la muerte de su hijo, luego se fueron, para dejar a su cuerpo descansar y que el Ciclo de la Vida siguiera su curso. Llegaron a la Roca del Rey muy entristecidos. Soltando pequeños maullidos, Kiara, que apenas podía andar, se acercó, pero Nala la ignoró y se dejó caer en el fondo de la cueva. En ese momento llegó Zira. Simba se giró al oírla, y la sospecha se dejó ver en su cara.
-¿Sabes algo de Kopa?
-¿Yo? ¿Por qué iba a saberlo?
La mirada de Simba bajó de la cara de Zira a sus patas. Aún estaban manchadas de sangre. Rugiendo de ira, se abalanzó sobre ella. La derribó y puso sus afiladas garras sobre su cuello.
-No intentes engañarme, tienes en las patas la sangre de mi hijo.
Nada más pronunciar el rey estas palabras, Nala lo apartó de un empujón, y habría matado a Zira de no haberse interpuesto de nuevo Simba.
-Jujuju si me matáis, dejaréis a tres cachorros huérfanos- se burló Zira con una risita malvada.
Simba la miró con odio, luego, rugiendo de frustración dio media vuelta. Zira se rió.
-Lo sabía, eres demasiado noble para eso.
-No- dijo Simba en un susurro, luego habló más alto-. No, tengo un castigo para ti peor que la muerte- se giró y la miró fijamente-. ¡Destierro!
Parecía que Zira ya lo esperaba, pues no se lamentó mucho.
-Que alguien vaya a por Nuka, Vitani y Kovu- ordenó Simba.
Sarafina asintió y corrió hacia la cueva.
-¡Mufasa!
Era como la quinta vez que Nzuri lo llamaba, pero el león no reaccionaba. Suspirando, Jasiri se acercó.
-A mí también me duele, pero debes aceptarlo, Kopa está muerto.
-¡NO!
Al gritar eso, Mufasa saltó al agua, nadó con fuerza hacia el fondo y de repente estaba al lado del cuerpo de Kopa. El espíritu del cachorro estaba rondando a su lado, desconcertado. Con delicadez, Mufasa lo cogió, lo depositó sobre su cuerpo sin vida… y el pequeño corazón latió de nuevo, los párpados se abrieron, y el cachorro volvió a la vida. Sorprendidísimo, Kopa se levantó. Hizo una mueca de dolor, las heridas era muy recientes. Se miró todo el cuerpo para asegurarse de que seguía vivo y luego miró a su salvador. Mufasa sonreía. De repente, la voz de Nzuri resonó en su cabeza:
-Eso va contra las leyes de la Naturaleza, no debiste hacerlo.
-Gracias, muchísimas gracias- dijo Kopa, visiblemente emocionado. Se disponía a correr hacia su casa cuando Karoti apareció frente a él y lo detuvo.
-No puedes- dijo, un poco triste-. Todos creen que has muerto, debes vivir al menos hasta que seas adulto lejos de aquí.
Kopa la miró, primero con asombro, luego con tristeza, por último con comprensión.
-Su-supongo que es lo lógico- suspiró.
-Estás débil, yo te llevaré hasta el bosque, luego te las tendrás que apañar solo. Y en cuanto a ti- se giró hacia Mufasa-, eso ha sido una estupidez, Nzuri te va a echar una buena bronca.
-Me da igual. Buena suerte, Kopa. Tu abuelo Mufasa te estará cuidando desde lo alto, no lo olvides.
Kopa sonrió. Luego, Mufasa ascendió y Karoti se llevó a Kopa.
Mientras tanto, en las Tierras Oscuras, Zira planeaba nuevas formas de vengarse, Nuka observada aburrido a Kovu y Vitani se deshacía en lágrimas por la (supuesta) muerte de Kopa.
*******************************************************
De nuevo, perdón por haceros esperar tanto, espero que os gusten (:
Re: Todo lo que le ocurrió a Mufasa tras su muerte
Buenísima historia, la acabo de leer completa. Por favor, te ruego que sigas.
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