El regreso de Taka Scar

Cuando Scar entró en la cueva, se desplomó inmediatamente. Estaba agotado y adolorido. Miró a sus heridas: le faltaba pelo a su cola, tenía heridas demasiado graves... Montones de hienas contra un solo león no es nada sencillo.
Un buen rato después, una leona salió del fondo de la cueva. Los ojos rojos que ella tenía brillaron dentro de la cueva. Scar despertó, y al ver esos ojos brillando en la oscuridad, se espantó:

¡No me hagas daño! ¿Qué no ves mi estado?
No te haré daño – dijo la leona, acercándose. - Estas en mi cueva.
¿Me dejarás quedarme aquí?
Pues, claro, pero en ese estado no te aceptaré – dijo.
Entonces, ¿No me dejas quedarme hasta que mejore? - Preguntó Scar, tratando de irse.
No, trataré de que te mejores por tu bien – le dijo la leona, sonriéndole.
Bueno, gracias... ¿Cómo te llamas? - Le preguntó Scar.
Mi nombre es Kamaya, escapé de mi hogar porque me dejaron estas cicatrices – respondió la leona, mostrándole algunas cicatrices.
Pues, mi nombre es Scar, unas hienas me atacaron.
Quédate aquí, trataré de encontrar hierbas curativas – dijo la leona, saliendo de la cueva.

Scar se enamoró de aquella leona que apenas había conocido. La última persona que lo había tratado así de bien fue su madre. Sus típicos pensamientos vengativos ya no estaban, tenía esperanza de que iba a mejorar.

No debo pensar en venganzas, ya he arruinado mi vida – dijo, en voz baja. - Ahora tengo que pensar en vivir, luego podré volver a PrideLands.

Unos minutos después, Kamaya llegó a la cueva con unas cuantas hierbas en la boca.

Traje algunas hiebas que te curarán antes de tiempo – dijo. - Son algo pegajosas, tal vez te duela un poco pero te hará bien.
Bueno, esta bien, quiero curarme rápido – dijo Scar.

Kamaya colocó un poco de el líquido pegajoso en sus heridas. Sintió un gran ardor.

¡Duele! - dijo Scar, adolorido.
Tranquilo... - Dijo la leona, y le puso un líquido muy espeso. Se sintió fresco y aliviado.
Gracias – le dijo. - ¿Cuánto tardaré en sanarme?
Mmm... Unos meses. Tus heridas son muy graves. De no ser por estas hierbas curativas, esas heridas demorarían años en sanarte – dijo, amablemente. - Pero debes estar hambriento... ¿Quieres comer algo?
Bueno, ¿Tienes comida? - Preguntó.
No, pero iré a cazar. - Dijo, y se fue de la cueva una vez más.

Cuando la leona se fue, Scar empezó a pensar en todo lo malo que había hecho: encerrar a Zazú, matar a su hermano, herir a Sarabi... Había hecho tantas cosas malas, y estaba arrepentido por eso. Kamaya interrumpió sus pensamientos al llegar con una gran cebra.

Ya volví – dijo, dejando la cebra.
Ah, gracias – dijo Scar, arrastrándose hasta el lugar donde estaba.

Ambos comieron juntos. Scar estaba muy agotado después de la pelea con su sobrino y el ataque de las hienas. Ya era bastante tarde.

Tengo algo de sueño... ¿Dónde puedo dormir? - Le preguntó a Kamaya.
El piso de la cueva es muy duro para que duermas, traeré unas hojas, no tardaré – dijo, saliendo de la cueva una vez más.

Una vez que Kamaya se fue, comenzó a pensar en volver a PrideLands. Pero... ¿Simba lo aceptaría en la manada? Esa era su duda. Pensó una y otra vez en su sobrino, exiliándolo completamente de PrideLands. Prefirió esperar un tiempo a sanarse y poder caminar y correr. Rápidamente, llegó Kamaya, con bastantes hojas grandes.

Prepararé un lugar para que duermas – dijo, y acomodó las hojas bien.
Oh, gracias – dijo Scar.
¡Adelante! ¡Pruebalo! - Dijo, dejándolo acomodarse.
Es muy cómodo, muchas gracias – le dijo.
Ahora duerme y descansa: necesitas reponerte.

Scar se durmió rápidamente, y Kamaya se sentó a su lado. Ella no tenía sueño, puesto a que había dormido una larga siesta. Se quedó mirando a Scar.

Descansa, pronto mejorarás – dijo en voz baja, y lamió su cachete. Scar no se dió cuenta debido a que estaba dormido.

Al día siguiente, Kamaya despertó: se había quedado dormida. Miró a Scar y vio que también estaba despertando.

Buenos días, Scar... ¿Que tal dormiste? - Le preguntó, feliz.
Bastante bien, es la primera vez que duermo tan cómodo y lleno – Le dijo.
Qué bueno que hayas dormido bien, y te debo poner un poco más de esas hierbas curativas.
¿Por cuánto tiempo?
Hasta que mejores totalmente. Iré a traer varias. - Dijo, y se fue, como solía hacer.

Una vez que Kamaya se fue, Scar no paró de pensar en ella. Le parecía muy hermosa y amable. Hacía mucho que no conocía a alguien que fuese así. Se preocupaba por él, y demasiado. Se notaba que ella quería sanarlo.

¡Ya volví! - dijo, acercándose a Scar con las hierbas curativas.
¡Qué rapidez! - dijo, feliz.
Bueno, creo que ya te has acostumbrado a ponerte el líquido pegajoso de las hierbas curativas, ¿Verdad?
Mmm... No. - Respondió.
Bueno, ya te acostumbrarás. - Dijo, poniéndole el líquido pegajoso de las hierbas curativas.
¡Arde! - Dijo Scar.
Tranquilo, Scar – dijo, y lamió su cachete. Él se quedo sin nada que decir, sorprendido. Luego, Kamaya le colocó el líquido espeso, que le dió una hermosa sensación de alivio.
¿Y? ¿Cómo te sientes ahora? - Le preguntó.
Em... Am... - Dijo, sin poder hablar.
Creo que te sientes bien. Ahora debes esperarme de nuevo a que vaya a cazar... ¿Que prefieres? ¿Cebra o antílope?
Me...Me... - dijo, tratando de hablar.
Cazaré lo mejor que encuentre – dijo, lléndose y sin más que decir.

Scar había quedado sorprendido. Tocó su mejilla. Pensó: '¡Ella me ama!'. Una vez más, era feliz. Un rato después, Kamaya volvió con otra gran cebra.

¡Ya volví, Scar! - Dijo, dejando a la cebra a su lado. - ¡Y esta cebra es de las buenas!

Volvieron a comer juntos, hasta que ambos quedaron satisfechos y comenzaron a hablar.

Y, ¿Por qué te atacaron las hienas? - le preguntó.
Si te diría, me odiarías...
¡Pff! ¡Claro que no! Cuéntame.
Bueno... Yo era el hermano de Mufasa, a quién maté para ser el rey. Hice un acuerdo con las hienas: si ellas me ayudaban a matarlo, yo las dejaría vivir en PrideLands. Y bueno, lo logramos y yo conseguí estar al mando de todo. Pero mi sobrino, Simba, vino a recuperar el trono: me arrojó por el acantilado, y las hienas me atacaron.
Debes estar arrepentido, ¿Verdad?
Sí... ¿Y cómo llegaste a venir aquí?
Bueno, mis padres me odiaban. Un día me cansé y los ataqué, entonces me dejaron estas cicatrices y escapé.
¡Oye! ¡Ambos tenemos cicatrices! - dijo, mirando las cicatrices de Kamaya.
¡Tienes razón! - dijo ella, feliz.

Luego de hablar, durmieron una siesta juntos, muy llenos.

Kamaya despertó después de haber dormido una siesta. Había comido demasiado. Lo primero que hizo fue mirar a Scar, ques seguía dormido. Para ahorrar tiempo, fue a buscar más hierbas con propiedades curativas. Había muchísimas. Agarró un buen ramo y lo llevó a la cueva. Para cuando llegó, Scar había despertado.

Vaya, has despertado – le dijo.
Sí, pensé que te habías ido – le respondió, feliz de volver a verla.
No, solamente fui a conseguir más hierbas curativas. Y creo que te debes volver a poner un poco.
Bueno, esta bien. - Dijo.

Kamaya le puso el líquido pegajoso en las heridas más graves. Apenas ponía un poco, rápidamente ponía el líquido espeso, así no le dolía. Su idea funcionó perfectamente.

Vaya, esta vez no me ha dolido – le dijo, muy alegre.
Claro que no, se me ocurrió convinar a ambos así evitaba que te duela.
Muchas gracias.
No hay de qué. - Le respondió.

Kamaya salió de la cueva, sin nada que decir. Fue a un manantial cercano. El paisaje era verdaderamente precioso: había flores de todo tipo. Entonces, se le apareció un babuino.

Oye, ¿Sabes algo? - Dijo el babuino, acercándose.
¿Qué? - le preguntó Kamaya.
El agua de este manantial tiene propiedades curativas muy buenas, y no duele nala.
¿De verdad? - le preguntó, emocionada.
¡Pues, claro! Es lo mejor que hay para las heridas graves. - Dijo, perdiéndose entre las ramas.
¡Gracias! - Gritó muy agradecida Kamaya.

Ella fue hacia la cueva una vez más. Llevó a Scar hasta el manantial.

Ve al manantial, el agua tiene propiedades curativas. - Le dijo.
¿Es seguro? No sé nadar...
¡Claro que lo es! No es profundo.
Bueno, si tú lo dices – dijo, y se tiró al manantial.

Scar sintió que sus patas podían moverse un poco, y comenzó a nadar muy lentamente. De algo estaba seguro: podía caminar un poco.
Un rato después, salió, se sacudió y pudo caminar algo.

¡Vaya! ¡Puedo caminar! - dijo, feliz.
¡Cada vez te vas mejorando más! - Le respondió, saltando.

Scar estaba más feliz que nunca: ¡Podía caminar! Kamaya también estaba feliz: gracias al babuino, había podido hacer que Scar caminara.

Y ahora que puedes caminar, podemos investigar todo este lugar – le dijo.
¡Genial! ¿Por dónde empezamos? - Le preguntó.
Mmm... Hay tantos lugares. Podemos ir al Baobab que esta muy cerca. ¿Te parece bien?
¡Por supuesto! ¡Vamos! - dijo, siguiendo a Kamaya.

El pequeño viaje solo tardó unos pocos minutos. Cuando llegaron, vieron al Baobab más grande de sus vidas.

Oye, ¿Y si lo trepamos? - Propuso Scar.
Bueno, si puedes... - Respondió Kamaya, trepando hasta la cima. Scar tardó en llegar, pero lo logró.
¿Y ahora qué haremos? - Preguntó.
Pues, saltar abajo. - Le respondió, dando un ágil salto. A él le sorprendió mucho su agilidad.
Bueno... - Dijo Scar, saltando y cayendo.

En el interior del Baobab, había demasiado espacio. En un sector, había frutos y hierbas curativas. En otro, varias flores. Era maravilloso.

Oye, ¿Y si nos quedamos aquí? - Propuso Kamaya.
Pues, claro, es un lugar muy hermoso – Respondió Scar.
Debe ser tarde, debemos comer algo y dormir – dijo Kamaya, lléndose del Baobab a cazar.

Scar se quedó mirando las maravillas del Baobab: tenía todo lo que se necesitaba para vivir. Además, había hierbas curativas, no habría que ir hasta otros lugares. Kamaya interrumpió sus pensamientos entrando en el Baobab de otro gran salto.

Traje otra cebra de las grandes – dijo Kamaya, dejando la cebra y comiendo.
¡Genial! - Le respondió Scar, comiendo junto a ella.

Después de comer, Kamaya preparó algunas hierbas para ponerle en las heridas que tenía.

Bueno, Scar, debes ponerte el líquido pegajoso – Lo llamó.
Voy... - Dijo, acercándose.

Esta vez, el líquido no le provocó ardor ni nada por el estilo. Estaba mejorando, y podría volver pronto a PrideLands, según sus pensamientos. Pero no dejaba de pensar en el exilio que su sobrino, Simba, le podría dar si el regresaba a La Roca del Rey. Para no desilucionarse, prefirió dormir en el cómodo suelo del gran Baobab.

Kamaya se quedó mirando a Scar, como solía hacerlo. Luego, miró alrededor del Baobab en el cual estaban: era amplio y muy cómodo. Estaba bien iluminado, era ideal para vivir en él. Sus tranquilos pensamientos se interrumpieron un buen rato después, ya que Scar había despertado.

Hola, Kamaya. ¿No dormiste una siesta? - le preguntó el león, acercándose a ella.
Pues, no. No tengo sueño. - Respondió ella.
Y ahora que puedo caminar, ¿Vamos a explorar algún lugar?
Bueno, ¿A dónde te gustaría ir?
No conozco nada, pero me gustaría ir a un pozo de agua, algo por el estilo...
Bueno, esta el manantial, donde hay muchas maravillas. ¿Qué te parece?
Pues, me parece perfecto. ¡Vamos! - dijo Scar, saltando hasta la cima. Kamaya la siguió, y ambos corrieron al manantial.

Apenas llegaron al precioso lugar, Scar y Kamaya comenzaron a jugar entre ellos. Ambos sentían que había una canción: 'Esta noche es para amar...' cantaba una gacela hembra, contemplando todo desde unos arbustos. Scar tropezó y cayó sobre Kamaya, quien no pudo contenerse a darle un beso en su mejilla. El león la miró, dando una simple sonrisa. Se levantaron y disfrutaron de la frescura del agua del manantial, hasta que se hizo de noche, y se quedaron profundamente dormidos.

A la mañana siguiente, Scar se despertó primero. Contempló a su amada y luego, fue en busca de alguna cebra de gran tamaño. Luego de cazar, llegó al lugar donde Kamaya estaba despertando.

Oye, Kamaya, he traído el desayuno – dijo, dejando la cebra. - ¿Comes, verdad?
Pues, claro, tengo hambre – dijo, comiendo junto a Scar.
Y bueno, em... ¿Que tal dormiste? - le preguntó él.
Genial – le dijo. - ¿Tú?
Igual – respondió Scar, sonriendo.

Luego de haber comido, fueron al Baobab. Se quedaron mirando lo que había allí: frutas exquisitas, hierbas curativas, un amplio espacio... ¡Lo tenía todo! Era ideal para dos leones solitarios, mejor dicho 'pareja'.